22 añitos tiene la perla, y ya se está comiendo el mundo, y lo mejor de todo, sin ser (o parecer) un mero producto de mercadotecnia.
Más reconocida por la colaboración en el éxito mundial de ese chico al que Sting le debería exigir derechos de explotación llamado Gotye, Somebody That I Used To Know, que por su material propio, sin hacer un gran disco y estar en ese limbo entre lo alternativo y lo mainstream, al menos entrega algunas canciones dignas de ser mencionadas.
Ninguna con el carisma, el buenrollismo y el punto necesario de adicción de Settle Down, con la que se presenta al gran público (y que no desmerece para nada en el remix soulero de M-Phazes); la electro y guerrillera (nunca mejor definida) Warrior nos pone directos a la pista de baile, con unas formas que pueden recordar a los Friendly Fires; o la juguetona Good Intent, donde abre nuevas vías rítmicas y vocales a su música, siempre desde mi punto de vista, son los puntos de acierto más evidentes de este Vows.
Lo dicho, no es nada del otro jueves, no es un disco perfecto para nada, pero al menos no es Ke$ha (o como mierda se llame), Lady Gaga o Katy Perry, ya que si hurgamos un poquito, podemos dilucidar talento.