Tras una productiva trayectoria realizando jingles para publicidad y bandas sonoras, Óscar Sanz decidió que era su momento de lanzarse a la jaula de leones que es el negocio musical con un disco en el que hacer desembocar todas sus influencias musicales y gustos.
El disco llamado Just Waiting, da pistas desde ese portada con un surfero mirando al mar esperando su momento, mientras le rodean las olas en forma de canciones, la mayoría influenciadas por los grandes nombres de la música americana de hoy, de ayer y de siempre.
Canciones en inglés y en castellano, como sería Sin Miedo, canción de esas para escuchar desde el coche con las ventanas abiertas y con el sol de cara, que me recuerda a esas genialidades que nos regalaba el gran Enrique Urquijo y por la que mataría el señor Fito el de los Fitipaldis; o esa apología perfecta de la sociopatía extrema (con la que no puedo sentirme más que identificado totalmente), titulada Manifiesto Independiente, y que contiene trazos totales como "que mi persona se basta para gobernar mi mundo, que voy a liarme la manta y a meterme en mis asuntos", que también se puede atrapar por el lado del hartazgo político y de los propios círculos personales.
Mi preferida hasta la fecha, tras varias escuchas, sigue siendo Keep You Safe, a la que no me preguntéis la razón, pero lo veo un halo a The Boss, que me provoca una empatía inmediata a pesar de no ser demasiado fan del señor Springsteen. No dejar pasar por alto la titular del disco, que podríamos catalogar de su propia Knockin' On Heaven Doors particular, con esa melancolía sutil y esa guitarra llorando sus solos de guitarra.
Un trabajo sincero, hecho de forma artesanal y sobre todo muy valiente, ya que con los inmensas mierdas que copan las ventas de nuestro país (cosa que no se puede decir de paises como UK o Francia), hacer discos así debería ser recompensado de algún modo.