Este disco también podría titularse Los viejos poperos nunca mueren.
Y es que el nuevo disco de los escoceses, es como nos tienen habituados, una verdadera delicia melódica, un placer para paladares exquisitos y saboreadores del pop clásico y bien hecho de toda la vida. Nada más (y nada menos).
Es una reseña que me resulta fácil ya que cualquier canción puede ser destacada o destacable, ya que el nivel del disco no decae ni por un segundo y se escucha de un tirón, porque eso si, hay que escucharlo, no oirlo.
Es tranquilo, y con los estribillos perfectos esperados, y el caso más obvio de lo que acabo de decir es Baby Lee, la elegida como single de presentación, un clásico instantáneo desde la primera nota.
También destacaría por encima de las demás Sometimes i don't need to believe in anything, que si por ejemplo la hubiera hecho Stuart Murdoch en cualquiera de sus proyectos, estaría considerada hit subterraneo.
Y continuaría así, una por una, The Fall, la wilsoniana Into the city, la preciosa Dark Clouds; Shock and awe, otra redondez hecha canción e incluso acercarse al sonido dylaniano con el folk-pop Live with the seasons.
Humilde opinión, este disco lo graban Camera Obscura, Belle and Sebastian, Hidden Cameras, o cualquiera de su generación y nos lo venden como la ostia consagrada, aunque supongo que ahí esta lo bueno y lo malo de ser un grupo de culto o grupo maldito, que todo lo que no tienes de ventas, lo tienes de reconocimiento o admiración, o al menos eso me parece.
Un trabajo que como bien denota la portada, es un proyecto de arquitectura, con sus bases bien consolidadas, con su estilo totalmente definido y sonando a ellos mismos, que es uno de los mejores piropos que se le puede decir a cualquier buen grupo de pop que se precie de serlo.