La mitología del rock suele encumbrar demasiado el "período Barrett" de Pink Floyd, y puntualmente el lp debut del grupo, "The piper at the gates of dawn".
Influidos desde el comienzo por el colectivo "free" AMM, los Floyd rápidamente supieron que querían crear espacios "estelares" a través de largas improvisaciones (sobre todo en sus shows en vivo) alternándolas con esas cancioncillas de inspiración infantil -vía Lewis Carroll- que traía Barrett en su pluma cargada de LSD.
Esa mezcla entre espacialidad y regresión infantil es la que define "The piper...", aunque musicalmente todavía con algunas deudas: a pesar de lo excitante de la propuesta, el sonido aún no lograba fluir del todo en pasajes extendidos como "Astronomy domine" o "Intellestar overdrive". En ese sentido, en varios tramos el disco se queda en el mero señalamiento de caminos a seguir, pero sin profundizarlos.
Grabado entre agosto del 67 y abril de 1968 en los EMI studios de Abbey Road, "A saucerful of secrets" logró anclar mejor las ideas del grupo. El viaje ya era otro, es cierto. Básicamente porque el mando estaba a cargo de otro capitán, Roger Waters.
¿Qué ganó Floyd en su segundo álbum? Mayor peso específico. Más precisión para plasmar ideas (el Talón de Aquiles de gran parte de la Psicodelia y experimentos "free-form" de fines de los 60´s). Mejores temas (o con más "foco", si se quiere) y una mayor fluidez y naturalidad en los distintos vuelos que emprendieron. Y sin resignar el espíritu de búsqueda sonora que siempre guió al grupo.
Syd Barrett participó de las primeras sesiones, un período del que surgieron "Vegetable man", "Scream Thy Last Scream", "In The Beechwoods" y el que finalmente fue el único aporte suyo que quedó en el corte final: "Jugband blues". Pero en enero del 68 su salud mental era tan inestable que su puesto tuvo que reforzarse con la entrada de David Gilmour.
Con un pie todavía en el Space/ Acid Rock de "The piper...", "Let there be more light" enfoca mejor ese cúmulo de ideas que estaban dando vueltas, mezclando una intro arremolinada con puentes y melodías circulares y repetitivas. A diferencia de las urgencias del lp debut, el tema se toma todo el tiempo para atender cada implicancia y cada resonancia sonora (atención a la coda final).
El grupo también ganó en matices, y la prueba está en "Remember a day", compuesta por Rick Wright. Hermanita gemela de esa joya de la canción psicodélica que es "Paintbox", aquí el grupo se mece en la voz entrañable de Wright y toca suave para escuchar los compases de silencio entre las palabras.
Sin embargo, el punto alto llega con "Set the controls for the heart of the sun", una oda climática de colores terrosos a cargo de Roger Waters.
En esos 5 minutos los Pink Floyd ya están en plena conexión con el sonido y el ambiente. Le dejan espacio al sonido puro sin tanta intervención de los músicos (futuro ADN del Ambient) encontrando esa economía instrumental que sería su sello en los años siguientes. Aquella donde siempre "menos es más".
Y si "The piper..." apuntaba a las estrellas, "A saucerful of secrets" parece meterse en túneles y fosos subterráneos, húmedos y sombríos.
El grupo todavía se permitía (podemos decir que hasta "Atom heart mother") algunas bromas musicales, tal vez para restarle solemnidad a su costado vanguardista. Aquí tenemos esa canción 100% Barrettiana (a pesar de pertenecer a Waters) que es "Corporal clegg". Siniestra y cómica al mismo tiempo, se trata de la primera canción de Roger inspirada por la Guerra, en este caso, hablando de un soldado que perdió su pierna en la Segunda Guera Mundial.
La larga pieza de 12 minutos "A saucerful of secrets" (tempranamente trabajada como "The Massed Gadgets of Hercules") anticipa lo que explorarían en discos como "Ummagumma": largos pasajes instrumentales con percusiones en loop, reversas y efectos varios (cuenta la leyenda que el productor del álbum, Norman Smith, ya no soportaba los interminables ratos en los que el grupo se entretenía "haciendo ruiditos" en el estudio). A partir de los 7 minutos la música entra en terrenos prácticamente Ambient (año 1968, recordemos) antes de desembocar en su mejor tramo con "Celestial voices": un claro anticipo de la suite de "Atom heart mother".
"See saw" es el otro aporte de Rick Wright. Ya desde los primeros tiempos el toque de Rick se caracterizó por la tibieza ensoñada de su voz y el manejo de tempos preferentemente lentos, valseados. Una voz que ya parecía de vuelta de todo en aquel primer y joven Pink Floyd. Como en otras canciones suyas, hay deliciosos detalles de piano dando vueltas por ahí.
Ahora sí, el final del álbum (nadie puede pensarlo sino como una verdadera "despedida") le pertenece a las lunáticas líneas que Barrett escribió para "Jugband blues". Entre música de carrousell, castañuelas y clima circense Syd canta su propio manifiesto esquizo: "es muy considerado de tu parte pensar que estoy aquí/ pero estoy obligado a dejarte en claro que no estoy aquí/ y me pregunto quién estará escribiendo esta canción".
Al año siguiente, ya como cuarteto, los Pink Floyd comenzarían a definir su sonido de los próximos años con el subestimado soundtrack del film "More".
Pink Floyd- discografía cercana
The piper at the gates of dawn (1967)- A saucerful of secrets (1968)- More (soundtrack, 1969).