Los discos de freno tienen una vida útil muy longeva, por lo que si se les realiza el mantenimiento adecuado nos durarán mucho tiempo. Al igual que las pastillas de freno, los discos también se desgastan, aunque eso sí, tardan mucho más tiempo en gastarse que las pastillas.
Para que nuestros discos de freno estén correctamente el mayor tiempo posible tendremos que tenerlos lo más limpios posible y evitar las contaminaciones. Al igual que ocurre con las pastillas de freno, si a los discos de freno les cae aceite o grasa perderán mucha eficacia de frenado, al igual que si tienen barro o polvo.
Por ello es recomendable limpiarlos periódicamente. Para ello existen en el mercado productos específicos para la limpieza de los discos de freno. Solamente hay que aplicar dicho producto y secarlos con un trapo o papel de cocina.
En cuanto a cuándo no tendremos más remedio que cambiar los discos de freno, tendremos que fijarnos en los siguientes aspectos:
- Disminución del grosor: esto ocurre cuando los discos tienen mucho tiempo y debido a la fricción con las pastillas disminuye su grosor original.
- Disco torcido: en ocasiones, debido a un golpe o a un sobrecalentamiento por altas temperaturas los discos de freno se deforman y nuestra bicicleta perderá eficacia de frenado, además de que nos irá rozando continuamente con las pastillas. Si no se han deformado en exceso hay una herramienta específica con la que podemos corregir esa deformación, pero si están demasiado deformados habrá que cambiarlos.
- Disco sobrecalentado: un disco de freno sobrecalentado es muy fácil de identificar. El disco cambiará de color en algunas zonas, y se oscurecerá. El que el disco de freno haya sufrido un sobrecalentamiento excesivo hará que pierda eficacia de frenado y habrá que cambiarlo por uno nuevo.
En el siguiente vídeo se explican muy claramente los conceptos que hemos mencionado anteriormente.
Fuente:Mundo Mammoth