Revista Música

Discos: Frantic (Brian Ferry, 2002)

Por Bruno
Discos: Frantic (Brian Ferry, 2002)Lejos de los años dorados con Roxy Music, la carrera solista de Brian Ferry fue volcándose cada vez más a su perfil de crooner e intérprete de otros. Dos obsesiones alumbraron su vida como performer: los standards de jazz de la década del 40 y las canciones de Dylan, a las que visitó con frecuencia desde entonces.
"Frantic", editado en 2002, es el disco más sólido de Ferry en la última década. Y es un disco de colaboraciones. Producido en conjunto por Rhett Davies (otrora productor de Roxy de "Viva!" y "Manifesto" en adelante), Colin Good, Robin Trower y el propio Brian, el álbum aporta canciones desde varios lados. Incluido, claro, Dylan.
Lo mejor está al comienzo. "It´s all over now baby blue" anticipa en sonido y en approach lo que cinco años más tarde Ferry plasmaría en "Dylanesque", el muy buen disco de covers ya enteramente dedicado a Bob. Le sigue un número denso y arrastrado, "Cruel", co-compuesta con Dave Stewart, ex Eurythmics que colabora en varios temas del disco además de aportar sus guitarras. Para cerrar ese primer gran momento tenemos "Goin´down", un reggae climático y de dientes apretados que ese enorme cantante que es Ferry se encarga de dramatizar en el punto justo.
Discos: Frantic (Brian Ferry, 2002)Llegando a la mitad del set, otro Dylan. En este caso, una versión al piano de "Don´t think twice it´s alright" con ese mismo estilo despojado pero lleno de emoción contenida con el que el ex Roxy Music versionó "Positively 4th street" en "Dylanesque". "Nobody loves me" es otro punto sólido (también compuesta junto a Stewart) con ese clima de crooner de corazón roto que tanto nos gusta en Brian y tan poco le perdonaríamos a otros. 
Y hasta los aires country de "Goodnight Irene" (original de Ledbetter) suenan delicados en la voz de nuestro héroe. En el tramo final el disco se desinfla un poco a pesar de los climas inquietantes de "Hiroshima" y "San Simenon", pinceladas salidas de cafés europeos. El gran final, sin embargo, es con "I thought", encantadoramente tonta, logrando unir en una canción a Eno y Ferry 30 años después de que  sus enormes egos los separaran con un monstruo llamado Roxy Music entre sus manos.

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