Discriminación por discapacidad en un campamento

Juana López Fernández
Córdoba
El caso que voy a redactaros me ha llegado como una puñalada al corazón. Había hecho la inscripción de los campamentos de verano para mi hijo de 16 años por primera vez para que asistiese del 23 al 31 de julio como primer turno y como segundo, por si ese no fuese posible, del 21 de agosto al 29. 
Recibo una carta donde me dicen que no ha salido en el sorteo pero que está en la repesca. Aquí viene mi indignación como persona y madre. Llamo para ver cómo va el tema y me comentan que él tenía el número 76 y se lo han saltado y han cogido al posterior, el 77, que era un amigo suyo discapacitado. Una de las personas de allí se sensibiliza y me dice que como él va en silla de ruedas y se sonda lo han dejado dándole prioridad al 77, por ser más leve la discapacidad. Parece mentira que exista tanta discriminación en el siglo que estamos. 
 Nuestra Diputación de Córdoba tiene fama de acoger a los chicos y chicas con discapacidad pero no es así. Si ellos no están preparados para estas situaciones que no se pongan también puestos y digan que entran los niños con discapacidad. ¡Qué verguenza y que mal funcionamiento! Pero, claro, no es su hijo. Por lo menos me podían haber mandado una carta informativa de que no estaban preparados para él. Pero, claro, las medallitas nos gustan a todos. Aquí está su madre para defenderlo en todo lo que se presente en su vida, hasta el día que me muera ya que él es tan inocente que por desgracia no puede hacerlo ni reclamar. ¿Dónde está la eliminación de barreras? Nos queda mucho, mucho por hacer, pero lo haremos. Cómo se nota que no son sus hijos ni les duele pero bastante tenemos ya los padres con hijos con discapacidad como para ponernos el camino más difícil.
Señores, mediten y metan la mano en su pecho. Va por mi hijo Antonio Fernández López y por todo el colectivo de personas con discapacidad que hay en la sociedad. Somos muchos y fuertes y reclamaremos todos sus derechos.
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