El pasado martes día de San Valentín, 14 de febrero, formé parte de una mesa redonda en la que se debatían opiniones sobre el amor. Mis compañeros en esta tertulia de la librería-espacio cultural Excellence (www.excellence.es) fueron Antonio Bolinches (www.abolinches.com) y Miriam Subirana (www.miriamsubirana.com), dos prestigiosos terapeutas y prolijos escritores de Barcelona. Fue un honor compartir con ellos esos momentos. Ante casi un centenar de asistentes, fuimos desgranando diferentes aspectos sobre el amor, en ese día en que, en muchos lugares del mundo, se celebra el día de los enamorados.
Como siempre bromeo en este día, para mí es el día de San Valentón, por el valor que exije amar. Cada uno de nosotros fue describiendo pautas, conductas y síntomas de lo que es el amor de pareja. Ni que decir tiene que mis compañeros de tertulia, gracias a su trabajo como terapeutas, entraron más en el detalle y en casos terapéuticos relacionados con la pareja. Yo, un simple espectador, reciente aprendiz del amor y escritor a ratos sobre la vida, me limité a definir puntos esenciales sobre lo que entiendo -mejor, siento- por amor verdadero. Fue un coloquio abierto, en el que el público participó abiertamente exponiendo sus dudas y realizando comentarios de todo tipo.
Pero, mientras mis compañeros en sus intervenciones iniciales aludían a ese amor de pareja del que todos hablan y yo poco entiendo -pues soy un mero aprendiz del amor, como he dicho antes- y mucho menos me atrevería a dar consejos, realmente no sabía qué podía aportar al coloquio. Yo solo sé del amor que siento, seguramente tan poco común como poco extrapolable a lo que la mayoría de los asistentes sienten en su vida, a juzgar por sus comentarios! ¿Un privilegio exclusivo? ¿Un concepto diferente del amor común?
No lo sé, la verdad. Pero preferí presentarme como un enamorado más, un privilegiado del amor de verdad que entiende que es algo que se siente en el interior y que cuesta que lo comprenda alguien que lo pretenda vivir solo con la razón, por tanto, imposible de explicar solo con palabras. Después de mis minutos de gloria diciendo que el amor va de dentro a fuera, que exije libertad y valentía para vivirlo y compartirlo y que el resultado no es otro que el crecimiento a dúo de ambos protagonistas, decidí avisar que había tardado casi 50 años en llegar a él. Y que para ello había tenido antes que conocerme y amarme yo, perdonarme por mis anteriores emulaciones y ensayos sobre el amor y descubrir mi verdadero amor en mi corazón -donde siempre había estado, sin duda- y tener el valor de compartirlo con quien, por fin, consiguió abrir mi corazón, a quien amo y amaré para siempre, pase lo que pase en nuestra vida.
Uno de los asistentes, un hombre de mediana edad y con seguridad más sabio y experimentado que yo, afirmó en su intervención que el mío era amor incondicional. Y para mis adentros pensé que el amor de verdad solo puede ser para siempre, aunque si eso entrañaba el ser incondicional, pues sí, lo es. Como es expansivo, pues te hace amar todo lo que te rodea, ya sea la Naturaleza o a los demás, todo tu entorno, pues se trata de una actitud en la vida y, como tal, se extiende más allá de la pareja. Y entonces me dí cuenta -y perdona mi falta de modestia- de que la mayoría de personas que allí escuchaban atentos e intervenían, tenían un concepto -al parecer- solo mundano del amor y, por tanto, expuesto a las diferentes visicitudes y limitaciones de la persona, de nuestra vida ordinaria y de la mera convivencia…
Quizás es difícil explicar solo con palabras que el amor para mí no es más que el sentido esencial de nuestra vida, que le otorga un matiz único y, a la vez, trascendente a lo que vivimos cada día! Su propósito es confiar -es decir, amar- en uno mismo, en el ser amado y en la vida, propiciando el crecimiento contínuo y mútuo, actuando como espejo el uno del otro y cuya fin último es la felicidad compartida! Y no es consecuencia -como muchos creen y dicen- del esfuerzo y de la concesión alternativa y, mucho menos, de la renuncia a uno mismo y a lo que fluye desde el corazón. Por eso, quizás, es valiente y, seguramente, es algo a lo que no se puede renunciar, aunque sí se puede negar vivir! Nace en el Alma y nos hace trascender como personas y afecta por entero a nuestra vida! Incluso afirmaría ahora que solo se vive una vez en la vida, aunque no tiene una forma determinada de manifestarse, ni una sola manera de vivirlo! Desde ese punto de vista, quizás sí es incondicional, pues no espera una fórmula concreta de compartirse, porque responde simplemente a la unión de dos Almas que se sienten felices juntas y que ansían la felicidad creciente y compartida! Es cuando la suma de dos seres esenciales suman mucho más de dos!
Realmente -pienso ahora- el amor que yo siento ahora es algo que pocos sienten y llegan a sentir en su vida, aunque no es un privilegio mío, obviamente. O no saben -como yo- explicarlo con palabras o la gente se distrae con aspectos concretos de la forma -ya sea la negociación permanente, el equilibrio deseado o el necesario entendimiento en el sexo compartido-, lo que los mantiene ocupados y distraídos de lo esencial de esta maravillosa emoción que todos sentimos por igual. Y lo esencial es, precisamente, lo que lo hace singular, mágico, incondicional y, seguramente, inexplicable y eterno. Por eso creo que la atención permanente a lo esencial de uno mismo y del ser amado es lo que prolonga sus efectos, más allá del intenso y fugaz enamoramiento. En el amor de verdad, uno se ama a sí mismo y, a la vez, ama la singularidad del otro, tanto de lo que ahora es, como de lo que desea llegar a ser en su vida! Y eso no siempre es fácil, hay que querer y aprender a hacerlo! No se contagía y tampoco puede ser inducido desde fuera, al fin y al cabo, es una opción libre en la vida y, como tal, es una decisión personal, valiente e intransferible… y, por tanto, compartida al unísono!
O quizás solo sé que no sé nada del amor… o al menos de ese otro amor del que todos hablan! Solo sé que me gusta sentirme eternamente enamorado de quien amo y que comparto lo que siento en mi interior, ya sea a través de palabras o de silencios, de compañía o de soledad, de sueños y, a la vez, de pura realidad! Tal vez amo y me siento feliz simplemente cuando la siento amada y feliz, aunque yo mismo no pretenda entenderlo ni explicarlo con palabras. Como la vida misma, solo debo estar preparado y dispuesto a sentir el amor, vivirlo y compartirlo, con verdadero amor y para siempre!
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