Larry Hall, un promotor inmobiliario, ha creado un hotel-refugio ideal para vivir en caso de un desastre apocalíptico. Su búnker está enterrado en algún lugar de Kansas, Estados Unidos, y fue construido a partir de un silo de 53 metros de profundidad. Pensado para un máximo de 70 personas distribuidas entres los catorce pisos-apartamentos, cada vivienda dispone de dormitorios, cuartos de baño, cocina, comedor y dos salas de estar. Para su protección el complejo está dotado de murallas de 3 metros de hormigón y, al menos en teoría, podría resistir terremotos, hambrunas, ataques terroristas… Asimismo el hotel-búnker dispone de zonas comunes de ocio: una planta-piscina, una planta-cine y una planta-biblioteca. Para momentos de claustrofobia o de nostalgia, ofrece unas ventanas donde el usuario puede seleccionar el paisaje que quiere mirar. Por si la estancia se prolonga más de lo previsto, el hotel cuenta con un suministro propio de energía a través de sistemas convencionales y eólicos, además de tanques de agua con un sistema de purificación, una granja y una piscifactoría, que proporcionarían agua, energía, verduras y pescado fresco. En caso de ataque, el conjunto está provisto de una cerca electrificada, una entrada blindada y con armas, y vigilancia en todo el complejo…