Hace unas semanas Arantxa, una amiga, me pidió si podía hacer un logo para su blog. Me hizo mucha ilusión que contara conmigo ya que desde hace bastante tiempo eso de los lapiceros quedó un poco relegado en lugar de la radio, la música y los conciertos... Pero es que me llenó tanto de orgullo y me llamó tanto la atención la petición que me puse a ello.
El blog del que estamos hablando es Donde Me Dejes Llevarte. Creo que ya hablé de él por aquí cuando se inauguró. Un sitio en el que los enamorados de las maletas, los vuelos y los viajes disfrutarán muchísimo porque Aran es una consumada viajera.
A continuación os pongo aquí los pasos que fui dando hasta llegar al final del diseño:
Al principio quise hacer algo un poco sintético, minimalista y raro con el ordenador... Pero como lo que me estaba saliendo no me llegaba dentro y no me lo acababa de creer, decidí pasarme al papel y a los lapiceros, que es algo más mio. Algo con lo que me siento más cómodo.
Esto ya me resultaba más familiar: el compás, rotuladores de punta normalizada, lapiceros, gomas, sacapuntas,... Mi intención era que de un objeto tan reconocido como puede ser el típico reloj de una estación de trenes se obtuviera rápidamente la impresión y la idea del tema del blog. Era un diseño sencillo que mezcla partes muy geométricas con otras más a mano... Y en riguroso y clásico negro...
... Así que le metí un poco de color -el naranja y el verde, que son los colores favoritos del blog- a base de unos rápidos trazos de acuarela que hacen en mi opinión un buen contraste entre lo rígido y serio del reloj -que por cierto creo es una de las palabras más feas del mundo, ahí lo dejo- con el dinamismo, energía y libertad de las pinceladas... y es que a veces pienso mucho lo que hago:)
Finalmente introduje el título del blog de varias formas, Arantxa eligió la primera y me preguntó si podía añadir el tren de vapor que aparece en la primera imagen. Me pareció perfecto porque redondeaba mucho más la sensación y la temática. Lo puso y así quedó de chulo.
Ahora sólo me queda una cosa que hacer: aplicarme el cuento y empezar a viajar...