He retomado la redacción de mi quinto libro. Las musas han venido a visitarme nuevamente; o, mejor dicho, he permitido su visita cuando he aparcado pensamientos que ocupaban una gran parte de mi mente y me he enfocado al sentir, a experimentar ese lúcido “espacio” de donde provienen las palabras mágicas.
Había cerrado con llave, hace unos meses, el cofre de “mi secreto” colmado de letras; entonces, salí de puntillas del cuarto en el que lo había guardado para que no sintieran el abandono. Pero anoche entré con brío en esa habitación y pronto percibí su entusiasmo; estaban agradecidas por devolverles la libertad.
No sé cuándo saldrá a la luz esta nueva obra, que camina por la página 50: ¿en un año? No tengo prisa, porque, mientras escribo, medito activamente y creo (fluyo). Desde luego que trataré de que esas letras que están poblando ya páginas en blanco configuren palabras y frases que emitan, al menos, un rayo de luz.
En mi anterior libro, La calma está en ti (Ediciones Obelisco, 2015), expresé mi relación con la escritura en algunos textos. Comparto tres de ellos: En la noche; Cultivo palabras y Escritura holística.
EN LA NOCHE
En el silencio de la noche,
escribo estas palabras,
mientras siento la vida en mí.
Experimento el trascurrir del instante
cuando mis dedos acarician el teclado,
generando signos que describen mi estado.
No hay miedo ni barreras;
sólo el aquí y ahora de este soplo de vida,
donde soy una con la cálida oscuridad del cielo
y me mimetizo con la nada y con el todo.
CULTIVO PALABRAS
Ofrezco las flores de mi jardín
en forma de sentidas palabras,
creación donde la intimidad
abre una puerta al exterior
para expresar, alegre y gozosa,
el radiante lenguaje del amor.
ESCRITURA HOLÍSTICA
No importa dónde se forjan las palabras,
porque, en el aire, en la pantalla o en el papel,
son fuente de intercambio y comunicación,
señales del alma transferidas desde el cuerpo,
códigos de la mente al servicio del corazón.