En esta ocasión dirigimos el rumbo a otro de esos rincones amables y sinceros que oculta Madrid, al que sólo se llega atravesando angostas calles. Un lugar que parece sacado de otra época e incluso de otra localidad. Nadie al sentirlo podría imaginar que está a escasos metros de la Calle Mayor.
La Plaza del Biombo, que es así como se llama nuestra protagonista, aparece ya perfectamente dibujada en el Plano de Texeira, que data del Siglo XVII. Hablamos entonces de un lugar con mucha historia, que ha visto y sentido pasar por ella los azares de muchos madrileños y madrileñas.
Esta coqueta explanada vive a espaldas de la Iglesia de San Nicolás de los Servitas, el templo en pie más antiguo de toda la ciudad. A sus lados, las calles de San Nicolás y de Calderón de la Barca nos marcan la ruta a seguir tras un alto en el camino pero sigamos desnudando este apacible rincón.
Sobre su nombre existen diferentes teorías. La primera habla de la presencia de un biombo de terciopelo que colocaban las monjas del Convento de Santa Clara detrás del cuál una de las hermanas atendía a los pobres, dándoles las sobras de la comida. Otra hipótesis habla de la pared de la parte trasera del desaparecido Convento de Constantinopla, ubicado en ese lugar y que, por su forma, los madrileños asimilaban a la de un biombo.
En esta plaza destaca la presencia de una fuente que ha sido testigo de muchos enamoramientos ya que antiguamente eran muchas las chicas que venían aquí a lavar la ropa y por tanto, muchos los jóvenes que se acercaban a cortejarlas y a verlas. Las fuentes hicieron, hace no tanto, las veces de discotecas y punto de encuentro entre chicos y chicas… Ahora que comienza el buen tiempo, os recomiendo pasaros un rato por la Plaza del Biombo y sentaros en un banco. Disfrutaréis rodeados de historia y, por supuesto, del silencio.
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