Revista Cultura y Ocio

Disidencia Activa es más que un libro ¿o una provocación calculada?

Publicado el 26 marzo 2025 por Johnny Zuri @johnnyzuri
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¿Es esta la guía que encendió la mecha contra el pensamiento único? Disidencia Activa es más que un libro ¿o una provocación calculada?

La “Dictadura Progre” suena a distopía, pero no es ciencia ficción. Tampoco es un término casual ni una etiqueta sensacionalista elegida al azar para vender más libros. Es el centro de gravedad en torno al cual gira todo un ensayo militante, incómodo, cuestionador, que llega en formato Kindle como quien lanza una bengala en la oscuridad de lo políticamente correcto. Disidencia Activa, firmado por el enigmático Capitán Bitcoin, no es una obra tibia. Al contrario: es un puñetazo sobre la mesa en un país donde, según él, alzar la voz “te puede costar el trabajo, la reputación o incluso la integridad física”.

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Hay libros que se escriben por oficio, otros por inspiración, y algunos por necesidad. Este pertenece claramente al tercer grupo. Es un manual de combate, un texto deliberadamente incómodo que se ofrece como refugio para quienes se sienten asfixiados bajo una hegemonía ideológica que, dice el autor, ha borrado la disidencia del mapa sin necesidad de gulags ni censura explícita: basta con la mordaza del insulto, el “fascista” fácil, el “ultraderecha” automático, el “facha” lanzado al primer desacuerdo. Esos vocablos que han sustituido al diálogo por la estigmatización y que, en palabras del autor, han convertido al pensamiento alternativo en tabú.

Pero también hay ironía, provocación y cierto aroma de thriller intelectual que atrapa.

La guerra cultural se juega en la sobremesa

Hoy no puedes ni reírte de lo que quieras sin que venga alguien a explicarte por qué eso ‘no se hace’.” Esa frase no está escrita en el libro, pero bien podría. Porque el corazón de Disidencia Activa late con fuerza cada vez que se menciona lo que no se puede decir, lo que no se debe pensar, lo que no conviene cuestionar. Como si la censura hubiera mutado en forma de autocensura, una especie de Orwell domesticado a la española, donde todo el mundo vigila a todos con una sonrisa de cartón.

Y ahí es donde entra la propuesta del Capitán Bitcoin: dotar al lector de un “argumentario” eficaz, una caja de herramientas retóricas, históricas y filosóficas para desmontar los dogmas del llamado “progresismo hegemónico”. Pero también —y esto es crucial— para saber cuándo y cómo entrar al trapo. No se trata solo de pensar distinto, sino de saber hacerlo con inteligencia estratégica.

«Pensar por uno mismo no es delito… todavía»

La tesis es clara: la hegemonía cultural actual no es neutra, ni amable, ni inocente. Se presenta con la sonrisa del humanismo, pero —según el autor— oculta una maquinaria de ingeniería social que redefine el lenguaje, reescribe la historia y neutraliza la crítica. Lo que antes era debate, ahora es señalamiento. Lo que antes era humor, ahora es delito de odio. Lo que antes era escepticismo, ahora es negacionismo. Y claro, lo que antes era derecha, ahora es extrema derecha. Todo en un parpadeo.

Pero también hay que preguntarse: ¿qué hace que tantos temas antes impopulares ahora estén en boca de todos? ¿Y por qué libros como este escalan en ventas silenciosamente, como si el público hablara en susurros mientras el escaparate grita lo contrario?

Cuando pensar se convierte en acto de resistencia

Hace tiempo, un tipo me dijo algo que no olvidé: “Aquí se puede hablar de todo, menos de lo que importa”. Y no le faltaba razón. En los medios, en la universidad, en las tertulias de sobremesa, hay toda una coreografía de opiniones permitidas, de dogmas camuflados de consenso, de verdades únicas disfrazadas de diálogo. Y Disidencia Activa es, precisamente, una bofetada al consenso obligatorio.

Pero también es un espejo incómodo para una derecha que —según el autor— ha vivido acomplejada, infiltrada, anestesiada durante décadas, incapaz de plantar cara en el terreno cultural mientras lo político y lo mediático se inclinaban hacia una izquierda que ya no es ni obrerista, ni humilde, ni siquiera coherente.

«El socialismo envejecido es el nuevo traje del emperador«, viene a decir el libro. Y lo hace con datos, con citas, con episodios históricos que —desde su mirada— han sido manipulados para imponer una narrativa oficial. Desde la Transición hasta la Agenda 2030, pasando por las leyes de memoria, la ideología de género o el blindaje de ciertas religiones frente a la crítica, el autor va señalando los “fuegos artificiales” que deslumbran al ciudadano mientras le vacían los bolsillos… y la mente.

El arte de discutir sin pedir perdón

Uno de los capítulos más jugosos del libro es el que se adentra en la psicología del debate. Porque aquí no solo se trata de qué decir, sino de cómo decirlo sin que te cancelen en la cena de Navidad. Se habla de la “ley de la realidad dominante”, una especie de principio de supervivencia argumentativa que enseña a revertir la presión social a tu favor. Y también del uso estratégico del silencio, del humor y del sentido común como armas pacíficas en la guerra cultural.

El nuevo hereje no quema iglesias, simplemente hace preguntas”. Otra frase que tampoco está escrita, pero que bien podría resumir la esencia del libro.

Y aquí hay que hacer una pausa. Porque uno puede estar más o menos de acuerdo con el enfoque, con los términos, con las formas incluso. Pero lo que resulta indiscutible es la habilidad del autor para crear un relato provocador, narrado con agilidad, sarcasmo y mucha mala leche bien medida. No es un ensayo académico ni pretende serlo. Es más bien un texto de barricada, escrito desde las trincheras de la opinión sin filtro, con una estructura de manual de guerra cultural para principiantes… o disidentes veteranos.

El futuro no es neutral, y el pasado tampoco

En un momento del libro, el autor se pregunta por qué en España se ha impuesto una visión “infantilizada” del ciudadano medio. Una visión donde la emoción ha sustituido al juicio, la corrección al criterio y la pertenencia al pensamiento. Y lo ilustra con ejemplos concretos: la censura a cómicos, el sesgo en los medios, la inmunidad de ciertas ideologías ante la crítica racional. Lo que propone es una especie de regreso al sentido común, pero también a la libertad para disentir sin pedir perdón.

Y aquí aparece una paradoja brutal: muchos de los temas que se abordan en el libro están hoy más presentes que nunca, aunque se traten con guantes de seda o se esquiven con eufemismos. Islam, inmigración, ideología de género, Agenda 2030, decadencia de Occidente, auge de China… están todos ahí, en la sobremesa sin azúcar del presente. Pero el enfoque oficial parece ir siempre en una única dirección.

¿Y si estuviera mal enfocado el GPS del consenso?

La fuerza de un seudónimo cuando no queda otra

El autor firma como Capitán Bitcoin, seudónimo con cierto aroma a novela gráfica distópica. Pero detrás de esa máscara hay una historia real: un profesional que, según confiesa, no puede decir lo que piensa sin arriesgar su sustento. Y eso, en sí mismo, ya es una derrota para cualquier sociedad que se autodenomine libre. Porque cuando el miedo al desempleo es el precio de la opinión, ya no estamos hablando de política. Estamos hablando de miedo, de autocensura, de una democracia fallida.

«No hay peor censura que la que nadie admite»

¿Puede un Kindle prender fuego al consenso?

La pregunta flota en el aire mientras se pasa cada página de este libro. Puede gustarte o no, puedes disentir de sus tesis o aplaudirlas. Pero hay algo que no puedes hacer: ignorarlo. Porque Disidencia Activa no pretende gustar. Pretende mover, provocar, hacer pensar. Y si un simple Kindle puede lograr eso en tiempos de corrección compulsiva, tal vez todavía no esté todo perdido.

Y ahora que lo sabes, ¿te atreverás a llevar este libro en el metro con la pantalla a la vista? ¿O preferirás esconderlo como si fuera contrabando ideológico?

“La ignorancia es fuerza. La libertad es esclavitud. La disidencia es activa.”
O algo así.


“Donde todos piensan igual, nadie está pensando mucho.” (Walter Lippmann)

“Cuando la verdad está prohibida, decirla se vuelve un acto de amor.”

Disidencia Activa no es un panfleto, es un espejo deforme donde muchos prefieren no mirarse

Capitán Bitcoin propone una batalla cultural sin complejos ni excusas

¿Y tú, qué prefieres? ¿Pensar lo que se espera… o lo que realmente piensas?


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