La dislexia puede ser uno de los términos psicológicos más conocidos por el público general e incluso podríamos afirmar que se ha introducido en nuestro lenguaje cotidiano, aunque no sea de la manera más correcta. Casi seguro que has escuchado alguna vez la expresión “¡Uy, estoy hoy disléxico/a!”, o algo similar. ¿Pero qué es la dislexia? ¿Una dificultad al hablar? ¿Al leer? ¿Al escribir? ¿Son personas con discapacidad intelectual y por ello son más lentos en su aprendizaje?
La palabra dislexia proviene del griego, siendo “dificultad o anomalía” en el “habla o dicción” pero realmente es un problema neurológico (no visual) que dificulta principalmente la lectura (aunque también puede afectar a otros aspectos del lenguaje) imposibilitando su correcta comprensión. Tradicionalmente la definición de dislexia ha sido objeto de debate. La definición adoptada recientemente por la International Dyslexia Association describe la dislexia como: “Una dificultad específica de aprendizaje. (…) Se caracteriza por dificultades en el reconocimiento preciso y fluido de las palabras y por problemas de ortografía. (…) Las consecuencias o efectos secundarios se reflejan en problemas de comprensión y experiencia pobre con el lenguaje impreso que impiden el desarrollo del vocabulario”.
Los niños que sufren dislexia tienen problemas en el ritmo y velocidad del aprendizaje del lenguaje escrito, así como también en la adquisición de un nivel adecuado sin que exista cualquier tipo de problema asociado a lo sensorial, físico, motor o deficiencia educativa. Además, para su diagnóstico es necesaria la ausencia de cualquier trastorno psiquiátrico o de la inteligencia. Para leer se necesita captar lo que son las correspondencias que existen entre los sonidos del lenguaje (los fonemas) y los símbolos visuales que usamos para representarlos (los grafemas). Se requiere esta habilidad especialmente durante el período del aprendizaje de la lectura, pero también más tarde, cuando el lector adulto debe leer palabras desconocidas.
Pero para que no sea todo teórico, vamos a ver quién es Daniel Britton. Britton es un diseñador que se dio cuenta que tenía dislexia a los 11 años y no pudo terminar de leer su primer libro hasta los 18, ya que leía tan rápido como un niño de 10 años. Britton sacaba malas notas aunque finalmente ha salido adelante con mucho esfuerzo; ya que como afirma Ibone Saralegui, licenciada en medicina y cirugía por la Universidad del País Vasco: “La dislexia no tiene cura, pero un tratamiento correcto y precoz puede mejorar notablemente la capacidad lectora y de comprensión de los afectados“. Debido a esto, en su obra Dyslexia creó un abecedario que fue alterado para que sea menos legible, sólo usando el 40% de la letra original.
De esta forma, las personas pueden leerlo pero con una velocidad mucho menor. Para Britton esta es una forma de que la gente entienda a las personas que sufren dislexia. Ahora dinos, ¿cómo te fue leyendo el cartel del principio?
También existe una película india del 2007 que trata el tema de la (incomprensión hacia la) dislexia. Se titula “Taare Zameen Par“, en español “Estrellas en la tierra” o “Estrellas del cielo en la tierra”.
Y ahora, ¿empatizas un poco más? ¿Comprendes mejor qué es la dislexia?
Bibliografía
Galaburda, A.M. & Cestnick, L.. (2003). Dislexia del desarrollo. Rev. Neurol., 36 (1), S3-S9.
Jiménez, J.E., Guzmán, R., Rodríguez, C. & Artiles, C.. (2009). Prevalencia de las dificultades específicas de aprendizaje: La dislexia en español. Anales de Psicología, 25(1), 78-85.
Valenzuela, Á. (2015). Esta tipografía está hecha para que leas como una persona disléxica. 28 de septiembre de 2015, de Upsocl: http://www.upsocl.com/comunidad/esta-tipografia-esta-hecha-para-que-leas-como-una-persona-dislexica/