Según el último barómetro del CIS, el PSOE supera, en más de diez puntos, al PP. Y lo supera, queridísimos lectores, a pesar de la crispación política. De la desaceleración económica. Y a pesar, y valga la redundancia, de la dinamita arrojada contra la voz de los expertos. Aún así, en medio de la quema, Sánchez salva los muebles. Tras leer esta noticia, recibo un correo de Piero, un periodista afincado en Nápoles. Asiduo lector del blog, nos conocidos en la Universidad de Murcia cuando coincidimos en unas jornadas sobre periodismo. Me pregunta: "¿Cómo es posible?". Cómo es posible que con tanto polvo que han levantado las derechas, el desgaste de la Covid-19 no pase factura a los socialistas. Hoy, por el interés social de su pregunta, le respondo desde este pergamino.
Más allá de las críticas vertidas por el PP. Más allá de si Sánchez reaccionó tarde ante la crisis. De si hubo causalidad entre la manifestación del 8-M y el alza de contagios. Y de si ha habido negligencias en el conteo de contagiados y fallecidos. Más allá de todo eso, hay un relato latente que ha calado en los ojos de la gente. Y ese relato no es otro que la actitud de unos y otros ante la crisis sanitaria. Mientras el Gobierno ha luchado, con sus aciertos y errores, contra la pandemia, las derechas han criticado, hasta la saciedad, sin ofrecer alternativas. Y han criticado, y esto es lo más grave, sin hacer autocrítica de la gestión en sus feudos respectivos. Tanto es así que se han producido asimetrías entre el Gobierno central y la Comunidad de Madrid, por ejemplo. Este doble rasero, de ruido para unos y silencio para otros, ha puesto en evidencia el discurso simplista de las derechas. Un discurso de luces cortas, partidista e insolidario con el interés general.
Entre otros motivos, del alza socialista, cabe señalar el Ingreso Mínimo Vital, la ausencia de recortes y el descenso drástico de contagios y fallecidos. Las políticas expansivas han alejado el fantasma del zapaterismo. Han alejado, como les digo, el drama de los recortes. De aquellos que comenzaron con el famoso decretazo de ZP y que se agudizaron con el rodillo azul del marianismo. La salida de la crisis, por la vía keynesiana, inyecta tranquilidad en la clase media. Una clase maltratada por los "hombres de negro", la troika y los azotes del merkelismo. Y que hoy, una década después, levanta la cabeza. Así las cosas, por una cuestión de justicia histórica, la clase media no debe pagar, otra vez, los platos rotos de esta crisis. Y es por ello, por lo que es muy probable que Sánchez y sus socios revaliden su mandato. Un mandato de políticas expansivas que contrasta con la alianza de las derechas europeas. Derechas que sirven a los intereses de "los de arriba". A los intereses de aquellos que no necesitan el Estado del Bienestar para subsistir.