Revista Cultura y Ocio

Distopías que asustan: algunas cosas se van cumpliendo

Por Antoniobarba
Distopías que asustan: algunas cosas se van cumpliendo

Fahrenheit 451

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Fahrenheit 451

El género distópico (obras que hablan de mundos futuros indeseables, creadas en muchos casos con intención de que reflexionemos sobre los riesgos que nos atañen como sociedad ante la evolución vertiginosa de estos tiempos) no cesa de generar productos y de ganar adeptos. Este verano leí El cuento de la criada, de Margaret Atwood, una ficción escrita en 1985 –no tan ficción en algunos aspectos- y que está muy de moda en las librerías porque describe la deriva totalitaria y teocrática en que se transforman los Estados Unidos, con las mujeres convertidas en esclavas sin ningún tipo de derecho… Asusta, pero hay rasgos de mucha actualidad, lo cual asusta doblemente. Distopías varias me marcaron en la adolescencia, como 1984, de Orwell, o Fahrenheit  451, de Ray Bradbury. Ahora me tiene fascinado una serie de Netflix, Black Mirror, acerca del impacto perverso que tienen las nuevas tecnologías en sociedades de un futuro que cada vez es más presente. La primera temporada de Black Mirror, de 2011, presenta cachivaches electrónicos, maneras y comportamientos que, hoy por hoy, ya son una realidad en algunos aspectos. Las distopías son útiles en tanto que abren debates sobre los límites de la ética, la imposición de una nueva “moral” y la manera en que rayas rojas que creíamos inviolables se traspasan una y otra vez, con los consiguientes riesgos para derechos y libertades que parecían no tener vuelta atrás. Pero ojo, que ya están aquí… Y es muy fácil dejarse manipular por lo cool, lo guay, que son unas modernas tecnologías que, sin duda, traen muchos beneficios, pero comportan una parte de riesgo sobre la que debemos estar prevenidos. Al móvil es mejor irlo mirando con recelo; por si acaso, vaya.


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