La gran masa de agua del organismo está repartida en diferentes “compartimentos”. Se distinguen dos grandes compartimentos: intracelular y extracelular.
El intracelular está limitado por las membranas plasmáticas, cuya permeabilidad selectiva es responsable de la sustancial diferencia de composición química entre el líquido encerrado en las células y el intersticial. Este compartimiento contiene dos tercios del agua corporal total, unos 27 litros en un varón adulto de 70 kg de peso. No existen métodos directos para la medición de agua intracelular. Se la obtiene por diferencia después de determinar agua total y extracelular.
El compartimiento extracelular fue llamado “medio interno”. Todas las células se encuentran inmersas en este líquido, de él reciben los nutrientes necesarios para sus procesos anabólicos (de síntesis) y en él vierten sus desechos catabólicos. La capacidad para regular la composición del medio interno ha sido el eslabón evolutivo que permitió a los seres vivos independizarse del medio interno.
El compartimiento extracelular comprende los líquidos intravascular e intersticial. El líquido intravascular o plasma sanguíneo se encuentra confinado en el sistema canalicular del aparato circulatorio. El líquido intersticial toma contacto directo con los cuerpos celulares, bañados por él. En el espacio extracelular se encuentra un 20 por ciento del agua total, aproximadamente 12 litros en un adulto normal de 70 kilogramos. A través de la pared de los capilares se realiza un activo intercambio entre los líquidos intravascular e intersticial.
A los compartimientos menciones debe agregarse otro, el transcelular, que comprende el líquido contenido en la luz de los tractos digestivo, urinario y respiratorio; los líquidos cefalorraquídeo, pleural, pericárdico y sinovial y el humor acuoso del globo ocular.