José María Aznar se atusa el bigote, sonríe con malicia y se dice a sí mismo en catalán, el idioma que habla en la intimidad:
Sigo con Rajoy, que no saben si va o vuelve, duro con formas blandas, con sentido del humor, al que la oposición ve como el amable guasón del régimen.
Zaplana es casi tan alto como ese de CC.OO., cómo se llama, Fidalgo, sí. Y mucho más que ese gordo de UGT, no recuerdo ahora su nombre, el que nos debe tanto dinero de créditos por el fiasco de las cooperativas de viviendas: Zaplana hará que recuperen la memoria.
Aceves en Interior y Michavilla en Justicia son Pili y Mili, como el biministro socialista Belloch, listos como ardillas, troquelados con el mismo patrón. Obedientes, saben lo que quiero y tienen boca de lobo.
Igual que Javier Arenas, que va a soltar tales dentelladas que Ibarretxe va a escribir su apellido con ch y pedirá ser andaluz: es mejor ponerse una vez rojo que cien amarillo, y a éstos del PNV se les acaba ahora el rollo.
Con Piqué veré si puedo sacar algo bueno de los catalanes; y, por último, tengo a las dos Ana, que como su nombre indica valen más que todos los demás ministros juntos; si se apellidaran Botella, serían ya perfectas.
Je, je., le he atizado bien al PSOE de Madrid, que hasta Felipe dice que Gallardón es buenísimo; tanto, que hasta lo defiende mi peor oposición, el diario El País.
(Este optimismo del actual jefe de gobierno seguramente estallará como una pompa de jabón)