Revista Filosofía

Divago y encuentro

Por Antronius

DIVAGO Y ENCUENTRO
(A falta de ganas por escribir, he tenido que rebuscar escritos anteriores)
1
Lo importante es hablar con sinceridad, sinceridad que me debe llevar a decir los motivos más profundos conscientes por las cuales hago o digo alguna cosa. Mi falta de sinceridad se podría apreciar en el hecho de decir algo sabiendo que detrás de tal decir hay otro decir oculto para los demás, menos para mí.
A quién le importa si lo que digo es algo sincero o no, muchos dejarán pasar esta introducción por considerarla de poco contenido, puede que tengan razón, tal vez me equivoque al pensar que esto que digo tiene importancia, pero la verdad es que el tema que me propongo desarrollar tiene que ver con cuestiones que incumben al ser humano en su esencia, y con esto quiero decir que tales problemas que cojo van junto al accionar de todo ser, abarca los diversos aspectos que uno puede percibir en cada segundo que pasa. Por ello tengo que desembrollar primero cada paso que doy si quiero hacer algo coherente, si mi tratado pretende dar mucha luz sobre las cuestiones más importantes del hombre, debe también poder explicar las motivaciones de este escrito. Aquí debo ser sincero: no sé qué me motiva… Por otro lado, quiero hacerme pasar por el misterioso, el peculiar. Hasta para escribir uno quiere ser diferente. ¡Tonterías! No han leído nada importante.
2
De verdad tengo ideas que me parecen muy importantes, sistemas que han podido darme algunas explicaciones a ciertos entramados, a ciertos enredos en la vida misma. El problema radica en que se me hace la cosa muy difícil para entregarla, cosa que no sucedía antes, ahora tengo más miedo en proferirlos, miedo a las réplicas, a que me tilden de ingenuo… en verdad no quiero que nadie me vea debajo de él.
Para dar un ejemplo así de simple, en lo poco que he escrito tengo una especie neurosis de persecución al pensar que haya cometido un error lingüístico, me acecha la idea de que esté utilizando mal la gramática, los mismos términos. Por otro lado veo la cara de mi profesor de Lógica que me está diciendo “habla con claridad”, “¿por qué complicar las cosas?”, es cierto eso que me dice, pero yo en ningún momento pienso hacerme pasar por “el oscuro”, sinceramente pretendo ser claro, sin embargo no sé cuando lo esté haciendo. Hay tantos tipos de humanos, ¡qué ideas tendrán en la cabeza!, yo no sé si estarán entendiendo lo que quiero decir. Ya mi preocupación no es la de resolver problemas, pienso que soy un maestro en explicar tantas interrogaciones, lo que sí me importa ahora es cómo traslado esas soluciones. Ya me he alejado del mundo, he dejado en interesarme en los problemas reales y he pasado a preguntarme por problemas de carácter técnico. Podría decirse que he pasado de la etapa metafísica a una etapa lógica, estoy tomando más importancia al “qué dirán” que a los problemas mismos. Esto me da vergüenza, hay momentos en que quisiera decir cómo resuelvo tal o cual problema sin tomar interés por la acogida que tengan, pero ya me imagino las caras escépticas, tal vez de burlas, ¿qué quieres decir con este término?, ¿no estás utilizando mal el lenguaje?, has confundido una cosa con otra, ¡qué cosas no me dirán! No quiero hablar de mí, quiero presentar mis teorías…
3
Recuerdo un texto de Wittgenstein, empieza un problema poniendo como ejemplo cierta proposición.
4
Vico inmediatamente explica cómo se desarrollan los pueblos: no ha existido ni un pueblo que haya empezado siendo ateo, dice.
Es esto lo que quiero que se entienda.
5
No pocas veces me ha sucedido que cuando tal profesor o amigo me preguntaba sobre cierto tema, yo siempre me encontraba en aprietos, temía que se burlaran de lo que digo, temía que dijeron que lo que digo es algo estúpido, pero al decirlo, se quedaban admirados porque era algo novedoso. Lo mismo sucedía cuando mi papá iba a verme jugar fulbito, temía también que cuando me vea jugar diga que no lo hago bien, así que para que no diga eso, entonces no jugaba como debía para que no diga que jugaba mal, podría decir que no he jugado, pero no mal. Esto lo que cuento pertenece a mi prehistoria, ahora las cosas han cambiado un poco, ahora todo lo que digo y hago pienso que está bien, y si alguien dice o hace algo que sea diferente a mí, entonces está mal, está en el error. Yo he afirmado por mi propia acción que lo que hago está bien. Esto aprendí de Nietzsche, nunca uno debe actuar, hablo de los grandes de espíritu, ¡está bien, profesor de lógica, puede que sea esto una metáfora!, ¡estos lógicos parecen los psicólogos de los pensadores!, decía que así como eres así actúas. Así como eres, así piensas. Al escribir estas cosas creo que no son importantes, pero pensándolo bien, vienen de mí, y si soy grande, deben ser grandes pensamientos. Y si alguien me dice que estoy mal, entonces el malo es él.
6
Quise ser frío al hablar, quise hacer un ensayo, algo más serio, más frío, pero lo único que sale son cuestiones personales. Creo que ahora sí estoy preparado para hablar de cuestiones trascendentales.
7
Todo lo que digo pertenece a diferentes pensadores, tantos he combinado que ya ni sé qué le pertenece a tal ni qué le pertenece a cual.
8
El endiosamiento. El hombre nunca ha dejado de endiosar. Endiosa piedras, árboles, montes, tubérculos, rayos, qué se yo. Yo varias veces he endiosado a mujeres. Explícitamente las he adorado, pero por lo bajo, sin darme cuenta, me las quería comer. En otros tiempos adoraban al toro, pero por lo bajo querían matarlo. No quiero ser tan sistemático, quiero lanzar ideas, hacer que se imaginen soluciones paralelas y con ellas tal vez vean otras formas de replantear cierto problema. El por lo bajo es lo que dice Freud al mentar lo inconsciente. El inconsciente contiene los impulsos vitales, los deseos más naturales. Pienso que son deseos naturales el comer, la tranquilidad, el impulso sexual o de poder. No entremos mucho en esto, tal vez cuando tenga ganas de hacer algo científico lo haga, pero ahora quiero conversar. Imagino que he endiosado a una mujer. Las características son las siguientes: adoración, alabarle, pensarle, comprarle, dedicarle; fijación, ella lleva el sentido a la vida, pone en pie una vida; ruego, “orarle”. Yo me imagino que cuando se creó el dios lluvia, también esas personas debieron adorarle, ponerlo como su sentido a la vida, le habrán cantado. Lo mismo cuando los cristianos le rezan a Dios. Llamo experiencia trascendental aquella vivencia con lo divino. Y supongo que todo sentido a la vida lo pone aquella vivencia trascendental. ¿Qué es lo que significa “sentido a la vida”? no te puedo responder ahora sino con un ejemplo, que te acuerdes cuando te has enamorado.
Tenemos hambre, los sembríos están secos, hay sequía. ¡Oh, Lluvia!
Quiero que esa mujer me quiera, quiero tenerla para mí, hacerla mi súbdita; no me hace caso. ¡Oh, María!
9
He leído en libros de biología que nosotros fabricamos hormonas. Cuando uno está en preparativos para una inminente pelea, uno está lanzando insultos, acomodándose como boxeador, meneando el cuerpo para despistar al atacante, en ese momento se forman hormonas. Veo a una mujer bonita, que llame al sexo o sexi, la veo con más detenimiento, empiezo a imaginarla, a crear situaciones, ahí también fabrico hormonas. Hay casos de tensión, en el cual tu cuerpo entero se encoje, deseo seguridad, tranquilidad, me cubro de cualquier peligro, ahí también fabrico hormonas. Cuando tenemos mucha hambre, vemos una comida y otra, tal vez también fabrique hormonas, la cosa es que en el estómago se produce ciertas transformaciones químicas, se segrega ácidos. El deseo de algo creo que fabrica hormonas.
Cuando lanzo un puñete a mi opositor, cuando lo agarro de la cabeza y le doy contra el suelo, deshecho hormonas. A esa mujer la desnudo y la tiro al suelo y me vengo en ella, disuelvo hormonas. Cuando mi tensión al ver un penal de tal modo que si es gol nuestra selección entra al mundial, antes de la ejecución estamos fabricando hormonas, cuando se ejecuta disolvemos hormonas y viene el éxtasis.
Son especulaciones de una persona no dotada de extensos conocimientos de biología.
Tal parece que a lo que algunas veces llamamos felicidad sea a este proceso de disolver o botar hormonas.
10
Cuando uno ve a otra persona lo puede ver de diferentes maneras. Puede valorarlo, estudiarlo, encantarse de su belleza, etc., pero siempre lo ve del mismo rango. Puede que uno se sienta inferior a alguien, pero tiene la idea de que no son grandes diferencias, pues también él es hombre. Si los caballos endiosaran, entonces sus dioses serían caballos. Jenófanes. El Dios de los cristianos es un dios antropomorfo, bueno, para la gran masa de los cristianos, porque los que concibieron a tal dios son humanos. Pero no lo ven a Dios como un hombre que de un día para otro obtuvo el cargo de Dios y se fue al cielo. Dios no es un poquito mejor que cualquier ser humano, sino que Dios es de otro rango. La mayoría de pensadores han colocado tres rangos: el rango animal, el rango hombre y el rango Dios. Hombre y Dios no son lo mismo. No son como los semidioses, por ejemplo, como Aquiles, que era un hombre pero superdotado. Este es el caso de que yo considera a un ser humano cualquiera como superior a mí, pero de ninguna manera es un Dios. Igual, si los caballos tuvieran dioses, este dios sería un caballo, pero no un caballo común y corriente, sino de diferente rango.
Cuando uno endiosa pone por encima algo.
11
...
(2008)


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