Revista Cómics

Divas mutantes: Un repaso a los iconos gays del universo X-Men

Publicado el 06 noviembre 2012 por The Leff @Esp_Marvelita

¿Cuáles son las razones por las que la saga de los ‘mutis’ tiene tantísimos lectores homosexuales? Sin ánimo de totalizar, esta podría ser una de ellas…

Mujeres y maricas: ahí estaba la clave. Uno se queda con las ganas de ver la cara que pusieron altos cargos de Marvel como Jim Shooter y Archie Goodwin (machotes y homófobos donde los haya) cuando descubrieron por qué la resurrección comercial de La Patrulla X en los 80 se debía principalmente, pero no exclusivamente, a estos dos colectivos. Los cuales, por cierto, habían sido hasta entonces bastante refractarios al cómic de superhéroes.

Servidor no puede hablar en nombre del primer grupo demográfico: cosas del cromosoma Y, ya se sabe. Pero sí cree tener una  explicación acerca de por qué los lectores gays reaccionaron de forma tan entusiasta ante los alumnos de Charles Xavier, y no tiene nada que ver con ese “Bobby, ¿has pensado en no ser mutante?” de X-Men 2. No, tampoco me refiero a los bíceps metálicos de Coloso, malpensados, sino a algo más retorcido. Digamos que, mientras el condiscípulo hetero del lector homosexual se ponía burro ante tanto culo embutido en lycra, su vecino de dos pupitres más atrás descubría en esas páginas llenas demutantas con mala leche una vibración que le unía con sus ancestros adoradores de Judy Garland o Rocío Jurado. Porque los guiones de Chris Claremont y los dibujos de Byrne, Cockrum o Paul Smith no sólo estaban llenos de chicas. Estaban llenos de divas pop.

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¿Por qué sostenemos esta tesis? Bueno, esto no es un ensayo sociológico, pero tras un cotejamiento exhaustivo de la Wikipedia y otras fuentes selectas, señalemos que el concepto de la “diva” o del “icono gay” suele partir de una exageración, hasta el punto de lo paródico, de los arquetipos de género, llevando hasta el límite el carácter performativo de estos hasta conseguir una reacción a medio camino entre la identificación absoluta y la adoración casi religiosa. Un culto primigenio, metamórfico y blasfemo cuyas raíces se remontan a tenebrosas eras de oscurantismo y con el que no han podido acabar ni la revuelta de Stonewall,  la Teoría Queer o los cientos de miles de millones de preservativos y litros de popper consumidos cada año en el Orgullo Gay-Mercantil de Madrid. Por algo será. En cristiano: los personajes que reseñaremos a continuación representan a esa chica a la que siempre habrás de envidiar. Ella se lleva de calle a todos los tíos que te molan, pero a quienes nunca catarás porque están más interesados en sobar las incipientes mamellas de Anamari, la de Octavo C que tiene fama de zorrón. Al mismo tiempo, nunca querrás del todo ser como ella, porque a través de una expresión emocional al borde de lo histriónico te da siempre a entender que su vida es, en el fondo, un completo desastre de conflicto y de dolor. Para ser una diosa (que en latín se escribe “diva”), es bien sabido que hay que sufrir mucho. Así pues, en defensa de la idea antedicha, elaboraremos desde este ángulo un análisis de las heroínas más célebres del universo X-Men. Y no sólo eso, sino que también le buscaremos un correlato en forma de cantante célebre, de esas cuyas hordas de fans masculinos pierden más aceite que la furgoneta de Locomía. A ver qué os parece. Jean Grey, aka ‘La Chica Maravillosa’, aka ‘Fénix’, aka ‘Fénix Oscura’

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Nos gusta porque… Será por debilidad personal, por la calidad literaria de algunos guiones o sencillamente porque el uniforme de su álter ego más poderoso nos parece ideal de la muerte. El caso es que la sufridora señora de Cíclope es el ejemplo más acabado de lo que venimos hablando: aparentemente modosita y sencilla, no tardó en revelarnos que bajo su melena pelirroja se esconde una entidad cósmica (una diosa, vamos) capaz tanto de sanar al universo como de hacerlo añicos en cuanto su novio gafotas le gasta una jugarreta. O cuando, sencillamente, le entran ganas de salir de juerga y ponerse las leyes de la causalidad por montera: igualito que nuestras mejores amigas cuando se toman unas copas de más.

Y se parece a… Fue la primera, y es la mejor. Sus mutaciones son constantes y arriesgadas. Presenta un perfil público a caballo entre una Mesías con ovarios y una Anticrista menstrual.  Ha sufrido mil altibajos de los que siempre ha sabido recuperarse (al menos, hasta ahora). Y en su cuerpo serrano se oculta un poder capaz de demoler galaxias. Está claro: para los hijos de los 80, Fénix siempre será una Madonna con el Gen X, sólo que mejor vestida y más guapa, dónde va a parar.

Emma Frost, aka ‘ Reina Blanca’

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Nos gusta porque… “¿Cómo puedes ser tan ZORRA, tía?”, preguntaba una consternada Jean Grey. “Una educación de élite, querida”, respondía este pendón desorejado. Y los fans de ambas rivales quedamos eternamente en deuda con Grant Morrison por firmar semejante diálogo, digno de la peluquería de nuestro barrio. Si la Grey goza del respeto debido a aquellas que se contienen hasta que les da la pájara –de fuego-, Emma se halla del todo feliz en su rol de fashion victim sin entrañas, de ramera de Babilonia y de perdición de los hombres. Rasgos que no sólo no han disminuido desde que abandonó el camino de la villanía, sino que se han incrementado. ¿Verdad que resulta adorable? Y se parece a… Si Fénix es ‘Madge’, su máxima rival no puede ser otra que Lady GagaLo cual tiene mucho mérito, porque Emma lleva pateando viñetas con su taconazo desde treinta años antes que la autora de ese himno para mutantes llamado Born This Way. Al igual que Gaga, la Frost depende de su imagen para compensar unos poderes que (en el fondo) no son para tanto, y puede acabar resultando tan machacona como insoportable caso de que el guionista de turno no sepa sacarle partido. Alison Blaire, aka ‘Dazzler’
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Nos gusta porque… En un principio, la pobre Alison debería ser la mutante más ajustada a nuestros planteamientos. No en vano nació como un producto disco music, concebido a pachas entre Marvel y la discográfica Casablanca (la misma deDonna Summer) y con una percha modelada a partir de la de Sheena Easton. Pero unas andanzas siempre irregulares han acabado relegándo a ‘Lucecitas’ al papel de eterna secundaria, sujeta a cambios estéticos en función de la moda (su imagen pelicorta a cargo de John Romita Jr. nos arrebata). Sin renunciar, eso sí, a un contingente de fans fieles que la tienen por mariliendre mutante de cabecera. Y se parece a… Nació para ser flor de un día, pero supo conservarse y ganar enteros con los años, manteniendo un perfil medio-alto incluso cuando, por derivas del negocio, debería estar ya muerta. ¿No os recuerda la carrera de ‘Dazz’ a la de Kylie Minogue? Eso sí, a diferencia de la australiana, la Blaire aún espera el Can’t Get You Out Of My Head que la ponga en primera fila, mojándole la oreja para los restos a esa fresca de Lila Cheney. Pícara
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Nos gusta porque… Como dijimos antes, para ser una diosa hay que sufrir. Y, como ella misma nos ha recordado al correr de las décadas, la heroína Marvel favorita de Carlos Berlanga bate todos los récords de lloros y quebrantos, al menos hasta que uno se fija en su trayectoria y decide que lo suyo es puro teatro. Que si no puede tocar pelo por cosa de sus poderes, pero la muy pérfida se trajina a Gambito. Que si, pese a su aparente desparpajo, es una criaturita del Mississippi asustada del mundo, pero sus apariciones en los swimsuits suscitaban derrames cerebrales, y de los otros, en legiones de lectores. Que si… En fin, la idea está clara, ¿no? Y se parece a… Este informe es un juego de espejos, así que nos tomamos la libertad de cambiar de sexo a la del mechón blanco y asociarla a Morrissey. El vocalista británico ha convertido el lloriqueo en un modo de vida pese a que, desde los años de The Smiths, su muy estimable obra le ha forrado el riñón. Además, al igual que en el caso de Pícara, no nos creemos ni por asomo que ‘Moz’ siga virgen a su edad, y menos aún ahora, cuando su manifiesto atocinamiento le ha convertido en objeto idolátrico para osos y chasers. Ororo Munroe, aka ‘Tormenta’
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Nos gusta porque… Recordamos que la palabra “diva” significa “diosa” en latín. Y, ¿quién hay en el mutiverso más merecedor del título que Ororo? Batiendo todos los récords de atractivo físico y porte mayestático, la monarca de Wakanda era ya una “queen” (en muchos sentidos) cuando Claremont y Dave Cockrum se la sacaron de la mollera en 1975. Altiva y distante, pero sensible y sufridora en el fondo, propensa a feroces cambios de humor que debe reprimir so pena de cambio climático, y con un sentido estético ambivalente entre lo megafashion y lo arrabalero, Tormenta lo tiene todo para ocupar un lugar de honor en este ranking. Y se parece a… Con su carácter turbulento y su atracción por hombres macizos y poderosos, Tormenta nos invita a ponernos historicistas y buscarle la contrafigura de Diana Ross. Pero la ex vocalista de las Supremes tiene una heredera natural, y esa es Béyoncé Knowles: si hacemos caso a los rumores, y a los créditos de los discos, cada berrinche de la actual esposa de Jay-Z provocaba en las formaciones de Destiny’s Child un cataclismo comparable al montado por Ororo aquella vez que los demonios N’Garai amenazaron con encerrarla en su monolito. Kitty Pryde, aka ‘Ariel’, aka ‘Gatasombra’, aka ‘Esos nombres chorras que nadie se ha molestado nunca en utilizar porque Kitty es Kitty’
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Nos gusta porque… Venga, hombre, no disimules: en el fondo, reconocer que siempre te identificaste más con la chica que atraviesa paredes que con cualquiera de sus compañeros de equipo es algo de lo que sentirse orgulloso. No por nada hablamos de la muti preferida de Joss Whedon, y de la figura señera de Excalibur (la colección mutante más entrañable… hasta que Claremont decidió, para variar, fastidiarlo todo). A diferencia de las demás ‘chicas-X’, Kitty no encaja con ningún arquetipo gracias a esa manifiesta normalidad que la convierte en esa amiga ideal con la cual quedas para ver una película, comer helado y hablar de chicos, sin renunciar por ello a un saludable punto de locura cuando le da.

Y se parece a…  Según lo explicado antes, Kitty es un personaje de culto. Así que reducirla a un solo personaje real sería minimizar su alcance: en ella hallamos ecos de Kate Bush Lilly Allen, de Elizabeth Fraser (Cocteau Twins), de Kim Deal (Pixies, The Breeders), de la más moderna Grimes y, en general, de todas esas chicas musicales que nos arrebatan, y cuya cohorte de seguidores homosexuales es mucho mayor de lo que se cree, pero que sólo provocan un confuso “¿mande?” cuando se las mencionamos al tío con el que tratamos de ligar. Porque todo colectivo humano tiene sus propios mutantes.

Sigue a Yago García en Twitter: @solo_en_saigon.

Fuente: La Isla de las Cabezas Cortadas.


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