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Divas rebeldes

Publicado el 29 julio 2011 por Icíar
Divas rebeldes Escritora: Cristina Morató

Mi primer contacto con la reportera Cristina Morató fue con sus libros “Las damas de oriente” y “Las reinas de Africa”. Unas joyitas.  Por eso compré este trabajo, a pesar de la resistencia inicial que este tipo de títulos: “Divas rebeldes”, me provocan.
Estas mujeres, si bien no arrastran vidas tan fascinantes, también pueden, a través de sus vidas,  enseñarnos un sector de la sociedad de este siglo XX, en una atmósfera que salvo excepciones, está cargada de glamour, interés,  ociosidad, dinero y superficialidad y con algún elemento exótico, como la entrada en escena de los arruinados príncipes y nobles de la Europa del Este, sobre todo rusos, que escapando de la persecución de la que eran objeto en su país, eran tan bien acogidos en esta parte del mundo. No puedo dejar escapar al "feo seductor" Aristóteles Onassis, que si digo que aparece en cada una de las historias de estas mujeres, no estaría exagerando. 
Estas 7 breves biografías son por orden de nacimiento las de Coco Chanel, que nace en 1883; Wallis Simpson; Bárbara Hutton; Eva Perón: María Callas; y por último las nacidas en 1929, Jacqueline Kennedy y Audrey Hepburn. Así, dejo algunos ejemplos de cosas contadas, como cuando nos habla entre muchos cosas, de detalles de la belleza magnética de María Callas, o de la de Barbara Hutton, que una no puede ni imaginar que antes fuesen patitos feos, por un exceso de peso. Se dice que María Callas perdió 35 kilos.
O también, de la vida lujosa y vacía en el exilio de Wallis Simpson y Eduardo VII, la historia de amor más famosa de la época, con una pequeña dosis de 'pose', ya que como decía Wallis Simpson “no tienes ni idea de lo difícil que es representar toda una vida un gran amor”, y las simpatías con el nazismo de alguna parte de la población, que reinaba también en el ambiente de la época, y que hicieron sospechosos de tales inclinaciones a personajes como  esta pareja emblemática, la millonaria heredera Bárbara Hutton, y hasta los mismísimos padres de la adorable Audrey Hepburn, entre muchos otros.
Algunas cosas del mito Evita Perón, que murió a los 33 años, la edad de la inmortalidad, como Jesucristo y Alejandro Magno. Que siendo admirable la dedicación absoluta e incansable a la causa de los desfavorecidos, no deja de ser alarmante el fanatismo que demostraba por la figura de su marido, el general Perón, o el hecho de que tuviese su propia maquinaria propagandista, ¡a sus 26 años ya era propietaria de 4 radios y 2 periódicos!.
De las historias que más me han gustado, figura la de la visionaria Coco Chanel con su fuerza, personalidad y sus frases. En el vestir: “siempre quitar, nunca añadir” ; impuso el color negro, como color de la elegancia, en su niñez era el color de los uniformes del orfanato; “me he permitido el lujo de dar aspecto de pobre a aristócratas y multimillonarios” . En los accesorios: “Me gustan mucho las joyas falsas porque las encuentro provocativas y pienso que es una vergueza ir de aquí para allá con el cuerpo cargado de millones por la simple razón de que una es rica”. Por cierto, Jacqueline Kennedy fue de esas mujeres que consiguió con su vestuario crear una tendencia propia, imponer una tendencia que otras imitarían. Sin embargo, Coco Chanel consideraba que era la mujer peor vestida del planeta.
Y la de la adorable Audrey Hepburn, me quedo con la definición que de ella hizo Gregory Peck: “En Audrey Hepburn no había una pizca de mezquindad ni de egoísmo. No era chismosa, traidora, mezquina ni ambiciosa, características que tanto abundan en este negocio. La verdad es que es muy fácil querer a Audrey”
Notas: 1.- Biatrritz, un pueblecito vasco francés que aparece en casi todas las historias, parece que fue un lugar de moda en gran parte del siglo XX.
2.- Película “Historia de una monja” dice Audrey que para ella fue su mejor papel, y la interpretación que cambiaría para siempre su vida. Conoció en persona a Marie-Louise, la monja que interpretaba y que colgó sus hábitos para trabajar como enfermera de guerra.

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