Revista Creaciones
Se amaban tanto.
Creían en el mismo Dios, pero no era el mismo.
Se llamaba igual, sí, y hasta podría haber tenido el mismo aspecto, pero era otro, aún siendo el mismo.
Él adoraba al que le habían contado y ella al que se quiso contar.
Ninguno de los dos sabe qué Dios llegó primero aunque cada uno cree que fue el suyo... (por razones obvias).
Así que lo mejor fue tomar distancia, alejarse el uno del otro, separarse, por supuesto, por lo menos hasta no ser capaces de definir la verdadera identidad de Dios.
Aunque se amaban tanto.
Hubiera sido más fácil una prueba de ADN pero su Dios, ese que es el mismo pero que a la vez es diferente, sigue sin querer abrir la boca y ellos sin ser capaces de escucharlo.
Y pensar que se amaban tanto...