Yo soy tonto por parte de corazón,
Aprendí a construir una casa del árbol encima de mi propia tumba,
Y a jugar con columpios que cuelgan de pestañas.
Nunca supe diferenciar dónde empezaba
y si iba a tener fin. Pero tampoco ahora quiero saberlo.
A lo mejor el problema fue que estaba convencido que el lado bueno de la soledad era estar solo pero no sin ti.
He vuelto a tu vida más veces que el asesino a la escena del crimen, y sólo he encontrado restos que me ha costado ver como míos. Y siempre he preferido dejarlos donde estaban.
No se me ocurre absolutamente nada, de hecho llevo unos días preocupado porque no me hallo dolor alguno.
Ni siquiera me dueles tú, que me dueles siempre.
Si salgo ileso de este poema, me arranco el corazón y te lo mando por email.
Maldigo la hora en que me enamoré de ella, divina, mente.
Visita el perfil de @AdrianMoraless
