Revista Cultura y Ocio

Divorcio

Publicado el 05 marzo 2015 por Amber

AlianzaTodo en la vida es cíclico, el amor no es una excepción, los ciclos terminan y las relaciones también. ¿Las razones? Infinitas. La primera, el desamor. Pero el desamor no es un sentimiento que ocurra de la noche a la mañana, el desamor se gana a pulso, y así, un día se encuentran que han perdido aquello que creían tener seguro. Bien triste es tener que perder algo para poder apreciarlo ya que pocas veces en la vida se recupera lo perdido. El amor hay que cuidarlo, dijo Platón: el que aprende y aprende y no practica lo que aprende, es como el que ara y ara y nunca siembra, y el amor es lo más parecido a la siembra. En las relaciones, sobre todo las sentimentales, el esfuerzo para mantenerlas vivas es cosa de dos y, cuando sólo uno tira del carro puede llegar a cansarse. Hasta la mejor persona se cansa de mover montañas por quién no mueve por ella, ni una piedra. La segunda, se me ocurre que es que queremos conseguir a la persona amada por los medios que sean, aunque ello suponga presentarnos como personas que realmente no somos. Para ello les diremos las cosas que quieren oír y, nos presentamos como personas que no somos en realidad, es decir, seremos capaces de fingir para obtener lo que queremos. Decía Calderón de la Barca: fingimos lo que somos, seamos pues lo que fingimos. Pero el fingimiento no es para siempre y es entonces cuando nos relajamos y nos mostramos tal cual somos, es entonces cuando la relación se rompe. Existen cuatro pilares básicos para una relación honesta: sentimiento, sinceridad, respeto y un camino en común. Y la tercera es porque evolucionamos por direcciones diferentes y la evolución es un viaje sin retorno que como en una escalera, todos la subimos peldaño a peldaño, cada peldaño es un nivel y, así vamos cambiando de nivel… Aunque dolorosas, las relaciones terminan y, terminan cuando ninguno de los dos puede aportar o aprender nada del otro. Lo lamentable es la manera de separarse, pocos son los que están dispuestos a dar la mayor prueba de amor al que un día quisimos, que es dejarlo marchar. Después de una separación las personas deben estar con quien quieran estar, y dejar que el río de la vida les lleve hacia donde el Todopoderoso haya dispuesto.

Y quien tuviera hijos les digo: la responsabilidad y la educación de los hijos pertenecen al padre y a la madre por igual, y ambos deben satisfacer sus necesidades, sobre todo, las emocionales. Hacer daño a la pareja a través de los hijos es mezquino e injusto. Está en vuestra mano conseguir que se desarrollen como personas válidas, mentalmente sanas, sin traumas, sin manipulaciones pueriles que les lleve a acercarse a uno de los dos a cambio de algo material, sólo causaríais perjuicios que serán insalvables en el futuro. Dadles un buen ejemplo de amor, coherencia y sentido común.

Y como dice Paulo Coelho: No te preocupes por las personas de tu pasado, hay una razón por la que no llegaron a tu futuro.


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