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“Django Desencadenado”: genial y explosiva venganza libre de ataduras

Publicado el 15 enero 2013 por Despiram @FrikArteWeb

Crítica sin Spoilers

Debo ser sincero y confesar que cuando se anunció que el siguiente proyecto de Quentin Tarantino tras Malditos Bastardos sería un western, no me pareció muy atractiva la cosa. Que no se me malinterprete, Quentin es uno de mis cineastas favoritos y algunas de sus películas se encuentran en mi top 10. Es sólo que, a mi parecer, el western es un género que ya había demostrado dominar a lo largo de su filmografía (especialmente Kill Bill. Vol. 2), y el hecho de recurrir a realizar un filme enmarcado en ese género por completo me parecía algo innecesario y recurrente. Sin embargo lo ha vuelto a hacer. Django Desencadenado supone una magnífica vuelta de tuerca sin ataduras a las convenciones del género como sólo él sabe/puede hacer.

La historia de Django Desencadenado supone un retorno al revisionismo histórico en forma de venganza. Si en Malditos Bastardos el autor utilizaba la 2ª Guerra Mundial para enmarcar una imaginaria historia de revancha judía contra los alemanes nazis, en esta ocasión es la denigrante esclavitud sureña de unos Estados Unidos pre-Guerra Civil la que le vale de excusa para contarnos el viaje emprendido por un esclavo, Django, para rescatar a su mujer cautiva, Broomhilda, y de paso patear unos cuantos culos blancos. Para ello contará con la ayuda del Dr. King Schultz, un ex-dentista convertido a cazador de recompensas que liberará a Django, y le entrenará en el oficio de pistolero.

[Crítica] “Django Desencadenado”: genial y explosiva venganza libre de ataduras
El resultado es una película excesiva en varios sentidos. Se trata del film más largo del director, con casi 3 horas de duración, algo que hace notable la algo extraña estructura de la película. En ocasiones parece que nos hayan privado de ver alguna escena entre medias, y que la película debería estar dividida en dos partes diferenciadas. No en vano suele contar Tarantino que durante el proceso de escritura inventa mucho más de lo que finalmente vemos en pantalla. En el caso de Django Desencadenado ya sabemos que existe una versión extendida, e incluso que DC lanzará una serie de cómics que adaptarán la película y mostrarán sucesos inéditos.

Excesiva también en su contenido, pues nos encontramos ante una película que supone una auténtica montaña rusa que alterna entre entre la comedia, el drama, la acción y el terror cuando menos te los esperas. Pura emoción cinematográfica. A esto ayuda un espectacular reparto que borda cada uno de los papeles. Jackson, Foxx o DiCaprio, en el papel del infame Calvin Candie, están sobresalientes, pero Christoph Waltz se lleva la palma con matrícula de honor. Con ese refinado carácter que oscila entre la amabilidad más cordial y la violencia más hostil, el alemán vuelve a interpretar su papel de una forma tan magistral a como lo hiciera con el general Hans Landa de los Bastardos. Hay por otro lado un par de cameos de regalo para los fans más ávidos (uno de ellos sólo reconocible por los ojos), así como la aparición de Jonah Hill en una de las escenas más macabramente divertidas de toda la película. Ah, y Franco Nero, el Django original de Corbucci.

[Crítica] “Django Desencadenado”: genial y explosiva venganza libre de ataduras
Las escenas desarrolladas en base a diálogos envueltos en una tensión creciente marca de la casa también están presentes, en la mayoría de los casos con la esclavitud como tema central. Estas detonan en las escenas visualmente más espectaculares dirigidas desde que nos ofreciera Kill Bill. Hay, de hecho, un momento de la película que recuerda poderosamente a la batalla entre los 88 Maníacos y la Novia. Como en aquella ocasión, no faltará la recreación estéticamente preciosista de los borbotones de sangre que emanan de las víctimas, con una soberbia planificación visual de tiroteos y duelos. Su labor como dj tampoco desmerece en está ocasión, y nos regala una nueva recopilación de canciones que encajan perfectamente con las imágenes. Morricone, Goldsmith, RZA o John Legend son los compositores de algunos de los temas a los que recurre el cineasta para ambientar su obra. Por otro lado, los grandes planos abiertos de montañas y territorios áridos propios del género tampoco faltan. Rasgos de un género al que, como digo, Tarantino trata de atarse lo menos posible para intentar, exitosamente, hacerlo suyo, a su manera. Al fin y al cabo nos encontramos ante uno de los autores actuales cuya obra es más reconocible. Un género en si mismo. 

En definitiva, es posible que Django Desencadenado no llegue a ser tan redonda como otras películas del cineasta, pero no deja de ser una nueva lección del maestro. En esta ocasión son menos los momentos de auténtico ingenio alcanzados por el director, y sin embargo nos encontramos ante una sobresaliente epopeya vengativa que a servidor ha cautivado tanto, que ya cuenta los días para volver a verla en el hábitat natural al que pertenece. El mismo de donde viene Quentin: la sala de cine.

Por cierto, cuando vayáis a comprar la entrada recordad: la “D” es muda.

[Crítica] “Django Desencadenado”: genial y explosiva venganza libre de ataduras


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