Revista Cine

Django Unchained

Publicado el 28 mayo 2013 por Nacho_c

Tarantino volvió a lo grande. Magnífico, excelso, sublime, buenísimo, rotundo, maravilloso, perfecto, divertidísimo, sobrecogedor, genial, brutal, todo lo que pueda decir se queda corto. Y todo a título personal. Es cuestión de gustos. Técnicamente impecable, como siempre, pero además una peli que le da mil patadas en el culo a Argo, ganadora del Oscar a mejor película. Da igual.

Las interpretaciones de Jamie Foxx, Don Johnson, Leonardo DiCaprio y especialmente de Christoph Waltz y Samuel L. Jackson son sobresalientes. Y es que juegan con un guión increíble. Sólo hace falta recordar la secuencia de cómo se presenta el Dr. Schultz o de cómo cambia el personaje de Stephen cuando habla con su amo en la biblioteca.

Una banda sonora ecléctica, mezclando lo nuevo con lo antiguo, el traje hecho a medida con ir a la contra para contarlo de una manera distinta, está siempre presente marcando la historia, los personajes, el montaje. Siempre haciendo que la historia avance y siempre disfrutando de cada secuencia. Y es que las casi tres horas de película se pasan rápidas. Vamos saltando de una pequeña historia a otra, constantemente, con un claro objetivo que acelera la trama y momentos que la ralentizan. Nunca se hace pesado, nunca cuenta nada fuera de lugar, nunca se entretiene en interminables y vacíos diálogos, esta vez no.

“Nunca habían visto a un Negro montado a caballo”, la secuencia del bar, Django vestido de Príncipe de Beukelaer azul, los flashbacks, “Tu forma de morir me gusta, mono”, las trompetas en la muerte, los problemas con los gorros del KKK, y avanza, y más, y así continúa hasta el final. Cuando Jamie Foxx dispara desde la segunda planta a lo Tony Montana.

La primera secuencia de tiroteo dentro de la casa de DiCaprio me recordaba a Kill Bill pero con pistolas. Bastante más realista pero con ese toque propio del mundo de Tarantino. Con sus slowmotion, con la luz resaltando los chorros de sangre y el humo de los disparos. Las astillas volando por los aires y los escudos humanos.

¡Qué gusto da matar bien en el cine!


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