La Reina eligió un conjunto que había lucido pocos días antes en su viaje a Paris, un traje de chaqueta de tweed blanco con chaqueta estilo sahariana, con botones dorados, en esa mezcla de estilos que tanto le gusta a Varela) y falda lápiz por encima de la rodilla.
En esta ocasión prescindió del cinturón, cosa que es de agradecer, pues el estilo final es más elegante y apropiado para la ocasión que se celebraba.
Lo combinó, como entonces, con zapatos de salón dorados, de Magrit (demasiado oro para un acto de esta naturaleza) y un bolso de mano de estampado animal, que no está entre mis favoritos, de Adolfo Domínguez.
Dña. Letizia se peinó su corta melena con unas ondas favorecedoras y lució unos pendientes en forma de aro.
Creo que la Reina, que está muy correcta con este estilismo, debería haber esperado un poco más para ponérselo de nuevo.
Está muy bien que la Soberana repita modelos, pero sería ideal que dejara pasar un poco más de tiempo. Este traje no hace ni una semana que se lo hemos visto en París.
Dña. Letizia en París
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