Hace algunas horas estuve en la conferencia cuyo nombre titula este breve post. Fue una presentación de Steven Monsma (Research Fellow, Paul B. Henry Institute for the Study of Christianity and Politics, Calvin College, Grand Rapids, MI and Professor Emeritus of Political Science, Pepperdine University, Malibu, CA) aquí en la Universidad de Notre Dame.
Quedé bastante interesado por la descripción que hizo de una tensión que se vive muy intensamente en los Estados Unidos y, particularmente, después de que Obama-care tomase forma. El punto central, según aduce Monsma, es el conflicto entre las políticas públicas y la libertad religiosa de lo que él llama faith-based organizations. Para hacer corta la gracia, porque además no se trató de una presentación muy novedosa, aunque sí muy útil desde el punto de vista del “estado de la cuestión”, me interesa solamente hacer un listado muy breve de temas y uno que otro comentario crítico. Monsma sostuvo que:
1. Existen grupos de origen religioso que intervienen en la sociedad civil y, por ende, participan de las reglas generales de la convivencia; sin embargo, tienen derecho también a exigir que se respete su particularidad.
2. Parece ser un hecho, como lo sostienen varios de los grupos en cuestión, que hay políticas públicas que amenazan sus libertades religiosas.
3. Lo dicho en 2 se deriva de un cierto mindset derivado de la cultura de la secularización.
4. Este mindset sostiene que las creencias religiosas son cuestiones privadas y que cuando una organización religiosa participa en el ámbito público esta, de algún modo, se seculariza automáticamente. Luego, debe hacerse parte de las reglas de juego de la esfera pública.
5. El problema es que las religious-based organizations entran en la esfera pública motivadas por principios religiosos, por lo que 4 no aplica y lo que acontece es un error de interpretación derivado del mindset.
6. Solución: un nuevo mindset más acorde con 1.
El autor no dijo mucho más allá de lo que he resumido. En general, me parece, no cabe sino darle razón; sin embargo, hay algunas cuestiones que se derivan de su charla que me parecen problemáticas (Perdonen el modo de expresión esquemático, pero la verdad tengo algo de flojera de escribir un texto articulado
).a. No parece estar muy claro cómo lograr 6. Los problemas que se derivan de la tensión entre 4 y 5 suelen ser muy particulares y complejos y la legislación general no siempre puede abarcarlos (desde cosas como el velo de las mujeres en escuelas públicas, pasando por la provisión de métodos anticonceptivos en los servicios de salud de universidades católicas, hasta los extremos de la extirpación del clítoris como práctica religiosa). Monsma no fue nada claro respecto de cómo habría que proceder. Quizá alguno de sus posts o libros ayude a aclarar el panorama. Los leeré en cuanto pueda y les dos algunos alcances.
b. Monsma es un especialista en políticas públicas, no un teórico político y menos un filósofo o teólogo. Esto, para la cuestión de la que hablamos, representa una desventaja. Algo que se noto en las preguntas que le hizo el público, incluido quien escribe, además. Es claro que le hicieron falta algunas herramientas teóricas para manejar el problema. Eso no quita el mérito de su presentación, pero más bien señala que esta es una materia que requiere trabajo interdisciplinario: si un buen soporte teórico no es posible trabajar bien.
c. Eso me lleva algunas indicaciones finales sobre qué es lo que habría que explorar, al menos desde la perspectiva de quien escribe.
c.1. Hay una pregunta teórica fundamental en relación al sentido mismo de lo que es ser una religious-based organization. ¿Quién decide lo que es ser, v.g., católico? La respuesta simple es “el Magisterio”; pero, claro, la cosa es más compleja pues la Iglesia no es solo la jerarquía que “gobierna” la institución. Las cifras muestran con claridad que los “fieles” católicos, para seguir con el ejemplo, siguen muy pocos de los mandatos del Magisterio. ¿Eso está mal? ¿La gente es muy hipócrita? Quizá, pero también puede ser un signo de otra cosa: de que el Magisterio está impartiendo una enseñanza equivocada o, en todo caso, genuinamente objetable…incluso con argumentos intra-eclesiales. Para mí, este es el problema central. Aquí hay que reconsiderar el sentido mismo de la secularización, pues esta no solo se debe entender como un proceso que a las religiones les llega desde fuera: se trata algo que también se origina desde dentro. Esto puede verse filosóficamente leyendo a Gianni Vattimo, pero también desde una perspectiva más descriptiva leyendo a Harold Berman. Aquí hay mucho trabajo pendiente. Mi plan es dedicar a estas cosas varios años de trabajo
c.2. Monsma, claro, no considero esto sino hasta el momento de nuestras preguntas y se hizo obvio que es un tema que no había pensado demasiado. Ahora, para hacerle justicia, tiene todo derecho a no hacerlo porque su propuesta es descriptiva y porque, honestamente, c.1 supone algo que de momento es imposible (aunque no deja de ser fundamental), a saber, repensar el sentido mismo de la pertenencia religiosa. Como esto es muy complejo, al menos para fines prácticos, no es posible partir de allí y, en ese sentido, el autor hace bien. Para fines prácticos hay que partir de la respuesta simple: la pertenencia religiosa la define la autoridad. Lo que sea una universidad anglicana o un hospital católico lo definen sus autoridades, punto.
c.3. Siendo esto cierto, sin embargo, las tradiciones religiosas no son inamovibles y tienen que pensar bien cómo es que desean participar en la esfera pública: por un lado, no pueden negar su identidad; por el otro, deben adaptar sus demandas. Aquí el trabajo de David Tracy es fundamental, como también la distinción entre minimalismo y maximalismo moral desarrollada por Michael Walzer y que yo, inicialmente, he tratado de trasladar a la teología. Pensando en la exposición de Monsma, al menos, pienso que en este terreno está su mayor deuda: me dio la impresión de que el no contempla suficientemente la capacidad de adaptación de las tradiciones. Creo que él mantendría que quien más debe adaptarse es el Estado. O, dicho de otro modo, creo que estamos ante una postura conservadora, aunque moderada. Hay que leerlo más, obvio.
c.4. Siendo cierto c.3 y reafirmando mi postura más “liberal”, hay que decir también que estos son temas muy complejos y que hay que pensarlos con mucho detalle. Tener una postura general es muy difícil y a veces toca ceñirse a los casos particulares. Sin embargo, creo también que tomar postura es responsabilidad de la gente pensante y comprometida religiosa y políticamente. Hay que reflexionar mucho estos temas, informarse y, sin fundamentalismos (que son tanto liberales como conservadores) tomar algunas opciones. Lo que sí es indudable es que toda organización religiosa merece respeto en su diferencia y que si esta se vale de los canales que ofrece la ley, está en su pleno derecho de objetar toda medida del poder civil que considere que atenta contra sí…aunque esto fastidie a los más beligerantes o suponga posiciones absurdas para algunos.