Los que son padres van a coincidir conmigo. Qué difícil se hace escuchar nueva música en la etapa de la vida en la que los chicos son chiquitos. Bah, en realidad escuchar cualquier tipo de música, ver películas, seguir una serie o mirar un partido de fútbol. Para evitar la estampida de las mujeres o madres que lean esto, la cosa no tiene nada que ver con el amor que sentimos por nuestros hijos.
Eso está fuera de discusión. Pero yendo particularmente a la música (el ítem que resisto a perder por el bien de este blog) estoy muy lejos de la imagen del hombre sibarita sentado en un sillón disfrutando de un Campari y picando buena música. Hoy me autodefino como un refugiado musical que escucha donde puede y como puede, pero ojo, lo importante es que la garra no se negocia. El adolescente cassetero que fui debe estar orgulloso de verme pelear para no ser un adulto Aspen 102.3.
Este pensamiento sirve para recomendarles una peli genial que está dando vueltas por los festivales de cine del mundo, se llama The Other F World, y muestra cómo es la vida de padres de viejas glorias del punk rock, entre los que están Fat Mike (NOFX), Flea (Red Hot), Mark Hoppus (Blink 182), y Tony Hawk (Leyenda del skate). Es divertido verlos en el doble rol de hombres tatuados que se prenden a una hamaca con sus hijos y a la vez siguen fatigando escenarios. Está bien que ellos ya las vivieron todas y en algún momento tienen que parar, pero el mensaje es claro: Fuck a las excusas de que los chicos nos consumen. Metete en el baño con auriculares a las 2 de la mañana, tocá la guitarra aunque tengas que aprenderte alguna de Muni y Topa, no dejes de ir a shows, y devorá nueva música y literatura en los viajes en colectivo. Te lo digo yo, que para terminar este post, le di un beso a mis hijas para que se duerman y recién ahí escribí estas últimas cuatro líneas.