Revista Economía

Dobles parejas para la historia

Publicado el 10 noviembre 2020 por Joseluisortin

Ojalá reiniciáramos la vida cada semana; renovaríamos ilusiones a menudo. O que nuestra memoria fuera corta; los buenos recuerdos nos moldearían de sonrisas. O que renaciéramos con cualquier chispazo de genio, acierto o suerte. Y que cualquier adversidad se midiera en horas; disfrutaríamos oportunidades continuas. O que una simple clasificación nos calibrara instantáneamente. Pero no es así. Esa es la cara de la vida aparente y del fútbol simplón. Nada importante se cuece en la vida ni en nuestro apasionante juego sin constancia y sacrificio. Son el combustible de su fuego. Y su cerilla, la suerte.

El Barça sigue de duelo, pero esta semana ha vestido a los blaugranas de fiesta. Han bastado una victoria pírrica en Europa y una goleada en la Liga para levantar expectativas. A Messi le han servido cuarenta y cinco minutos excelsos contra el Betis para volver a encabezar el podio del mundo. Y no importan el carnet de identidad, que arrastre al paso su tristeza circunstancial por el césped, que haya demorado un gol en jugada o que se le note en la mirada, como a los grandes toreros en su primera huida, que ande despidiéndose de los culés en cada partido.

Y claro que sigue siendo el número uno. Pero no porque el sábado sonriera o luciera destellos geniales, como el pase de gol a Griezmannsin tocar el balón. Messi es el mejor porque nunca ha dejado de serlo. Como tampoco se le ha olvidado al francés jugar al fútbol, aunque no tenga la fortuna de golear. Un ejemplo, si se fijan, en cada partido ejecuta ocho o diez desmarques en profundidad que no son capaces de ver sus compañeros o no arriesgan un pase. Lástima que ya no estén Xavini Iniesta; pregunten al propio Messi cuánto les debe. Es la otra figura de esta pareja condal y el único que podría hacerlo ahora, pero normalmente juegan de espaldas. Y, además, comparten vocación de juego y de protagonismo. Precisamente, cuando Messi no esté lucirá el Griezmann de la Real y del Atleti. Si lo aguantan y no viene ningún listo para echarlo, deberán buscarlo sus compañeros porque nadie tiene más gol en el Barça y pocos en el mundo.

Y la otra pareja del fútbol patrio anida en Madrid. Simeonebarruntaba crespones negros hace semanas, pero como el carro parece que dejó las piedras y rueda sobre el majestuoso juego de Joao Félix, a quien como anticipamos hace tiempo solo le faltaba continuidad y confianza, vuelve a encender las luces rojiblancas y a sus ojos amanece una aspiración a todo. Pero la realidad no tiene raíces tan recientes. El cambio del Atlético, como cualquier obra importante, empezó a cimentarse hace años. Los que median desde que dejó de ser un club vendedor de figuras a conservador de calidad y comprador de talento, empezando por el propio Simeone —uno de los entrenadores mejor pagados del mundo— y terminando por la joven estrella portuguesa. Si a ello le unimos que ha convencido a Gil Marín, porque sus resultados lo avalan, de que con el antiguo fútbol de guerrillas y de vuelta a empezar proyectos distintos cada temporada no iban a terminar con el recurrente “pupas”, hallaremos las claves que explican su realidad: juego sedoso en ataque sin descuidar la irrenunciable reciedumbre atrás. Así lo han convertido en vistoso y le dotan de la vitola de campeón en ciernes. La reconversión del Llorentepeleón en el medio campo a media punta virtuoso es, tal vez, lo que mejor define el nuevo paradigma colchonero.

La otra figura de esta pareja madrileña es Zidane, que sigue en su montaña rusa. Tener que crear diez ocasiones de gol para marcar uno es sinónimo de mediocridad. Que sus defensores deban levantar partidos lo demuestra. A veces, resulta que el gabacho es un resucitador o un resucitado; suertudo para muchos o inepto para algunos, pero es más sencillo. Aunque yerre, es el mejor entrenador del mundo para un Madrid en transición por ayuno de gol desde la marcha de Cristiano. A ningún otro le aguantarían lo que su figura protege, empezando por el propio emperador del todavía Bernabéu: el inmarcesible Florentino Pérez. También lo tiene ganado a pulso.

Lo aparente cambia pronto, como en la vida, pero lo auténtico es menos liviano. El Griezmann añorado no puede ser con Messi y los actuales Atlético y Real no serían sin Simeone ni Zidane.

Cruz y cara de dobles parejas para la historia.


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