A través de su línea Firstwave, DC está planteando un mundo realmente interesante: la mezcla de héroes actuales con personajes clásicos del pulp, y como estandartes de esta línea, se ha decidido devolver a la actualidad a uno de los clásicos más clásicos (ey, hasta yo recuerdo haber leído alguna historia antigua de esto), Doc Savage, el Hombre de Bronce. Y el éxito ha sido tal que, tras un especial compartido con Batman, este clásico de la Edad de Oro del cómic, se encuentra con una nueva serie a su nombre, actualizando el concepto aunque manteniendo sus estándares clásicos.
Clark Savage Junior, conocido como el Hombre de Bronce, o simplemente, Doc Savage, es una creación Henry Ralston y John Nanovic en 1933 para la editorial pulp Street and Smith, y es un héroe propio de su época. Más fuerte, más inteligente y más resistente que un hombre normal, este antecedente de Superman parece ser una mezcla entre Sherlock Holmes, Tarzán, Tesla y Papa Noel (por su bondad), y en los años treinta, vivió las típicas aventuras que se vivían en aquella época.
¿Qué nos trae Doc Savage a día de hoy? Pues poco más o menos lo mismo. Actualizar un concepto tan clásico como Doc Savage a los tiempos en que nos movemos es, como poco, complicado, y estoy seguro de que el escritor Paul Malmont no lo ha tenido
nada fácil. En este primer volumen de las aventuras de Doc Savage, El Señor del Relámpago, vivimos un revival de aventuras de lo más clásicas. Un villano misterioso ha conseguido dominar el relámpago, y utiliza este terrible poder para atacar a varios individuos relacionados con Savage y su entorno, lo que obliga al héroe a investigar mientras huye y salva a sus amigos y aliados.Y no hay mucho más que rascar. De momento, lo que este primer tomo cuenta es básicamente esto, una aventura sencilla de Doc Savage que conduce a una restructuración completa de su entorno, por lo que es de suponer que en futuros números, la cosa vaya avanzando y nos encontremos con historias más actuales (o más enrevesadas, a lo mejor lo que echo de menos es algo de complejidad).
Si hay un problema añadido a esto (y esto es personal probablemente) es que
nunca he sido capaz de encontrarle la gracia al dibujo de Howard Porter. Y es que considero que es el tío que se cargó con su dibujo la fabulosa etapa de Morrison al frente de JLA, y eso que aquí, parece haber conseguido cierta “naturalidad” e incluso sensación de movimiento, algo de lo que carecía por completo (debe haber aprendido que la velocidad es algo más que acumular rayos alrededor de Flash).En fin, una historia clásica que, con todo, termina dejando un buen sabor de boca, y que espero que tenga muchas mejores cosas que contar más adelante.