La crisis de la coronavirus, el confinamiento, la desescalada... esta nueva realidad que vivimos afecta, como hemos visto en otros posts, a las manifestaciones culturales, entre ellas los festivales de cine, que de una u otra forma se enfrentan a una necesidad de reconversión, aparentemente momentánea. Este mes, muestras internacionales como Annecy o Varsovia se celebrarán en versión online. Hace unas semanas hacíamos una crónica diaria del D'A Film Festival de Barcelona, que tuvo una exitosa versión online, a través de la plataforma Filmin, con 215.000 visionados, más espectadores que los que tuvo el Festival de San Sebastián el año pasado.
Hasta el 31 de mayo se celebra la última edición del Festival Docsbarcelona, una muestra que ciertamente pone un foco mayor en la parte de la industria del cine que en la propia exhibición de películas. Docsbarcelona nunca ha sido un festival de grandes estrenos de documentales, pero sí es uno de los ejes fundamentales de la financiación de proyectos en España, poniendo en contacto, a través de la celebración de Pitchings, a los creadores y los compradores, o posibles colaboradores. Mientras Documenta Madrid, otra de las muestras destacadas de cine documental en España, decidió postponer su edición de 2020 hasta el otoño, Docsbarcelona ha dado el paso a la reconversión online. De nuevo utilizando la plataforma Filmin, que se ha convertido en reducto de los festivales catalanes, Docsbarcelona se hace online, lo cual ya ha tenido su repercusión en un aumento del 50% de los participantes, compradores, televisiones y distribuidores en las jornadas de la industria y los pitchings (breves presentaciones de proyectos cinematográficos para conseguir financiación). En el aspecto de los visionados, es interesante comparar las distintas fórmulas adoptadas por los responsables de los festivales para hacer que sus muestras sean virtuales. Mientras que D'A Film Festival, excepto en casos puntuales como la inauguración o la clausura, decidió hacer accesibles todas sus películas desde el principio hasta el final del festival, Docsbarcelona ha optado por una especie de híbrido entre una programación tradicional y la plataforma online. De esta forma, cada día se "estrenan" tres o cuatro películas, que solo están disponibles durante 72 horas, por lo que el espectador interesado debe hacer una cierta planificación de los visionados. La primera propuesta es más adecuada para un espectador que habitualmente consume películas online, más acostumbrado a disponer de una oferta que le facilita ver las películas cuándo y como él decida, sin tener que diseñar un "planning" de visionado. Veremos, al final del festival, si esta fórmula funciona de forma tan efectiva como la que decidió el D'A Film Festival. Inauguración: el documental denunciaLa inauguración de Docsbarcelona se ha producido con el estreno en España de Letter from Masanjia (Leon Lee, 2018), que se presentó en el festival canadiense Hot Docs hace dos años, y que ha pasado por numerosas muestras internacionales. Este documental tiene una historia poderosa, que comienza con una mujer estadounidense que encuentra, oculta en un objeto de decoración para Halloween, una carta de socorro que hace referencia a la difícil situación que viven los prisioneros del Campo de trabajo (campo de concentración) de Masanjia en China. Desde este punto de partida, el director entrevista al autor de la carta, Sun Yi, que estuvo varios años en Masanjia. No es exactamente un documental de investigación (aunque el director Leon Lee, afincado en Canadá, tuvo que realizar un trabajo de búsqueda del autor de la carta), sino que es un acercamiento más personal, ofreciendo un retrato duro de la represión del gobierno chino a sus propios ciudadanos.Se puede decir que es un documental acertado para inaugurar este versión online de Docsbarcelona, ya que la propia realización de la película tuvo que hacerse online, porque el director Leon Lee tiene prohibido su regreso a China, por lo que buena parte de la participación del protagonista, Sun Yi, está grabada por sí mismo, material que enviaba a través de mensajes encriptados al director. Aunque hay aspectos realmente demoledores (la relación de Sun Yi con su esposa), el trabajo de dirección es algo monótono. Se introducen elementos de animación para describir escenas que el protagonista recuerda de su paso por Masanjia, pero no se saca suficiente partido al suspense y la tensión. Hay más rotundidad en la historia personal de Sun Yi que en la forma de describirla, y eso pasa factura a la propia entidad de una película que infra-utiliza sus recursos como narrativa cinematográfica. Sección Oficial Panorama: De robots y fantasmasEntre los "estrenos" de ayer, hablamos de dos propuestas que son muy diferentes entre sí. Por un lado, una reflexión sobre la presencia cada vez mayor de la inteligencia artificial en nuestros hogares, y por otro una mirada al mundo espiritual de una sociedad japonesa que convive con sus fantasmas. Hi, A.I. (Isa Willinger, 2019) tiene un subtítulo muy significativo: "Historias de amor del futuro". Y ese parece ser el principal objetivo de su directora: presentarnos unos cuantos fragmentos de lo que podría ser una convivencia estable entre los robots y las personas. Una familia japonesa que adopta a un robot, un hombre que decide tener una pareja robótica... Se abre la puerta a la introducción de la inteligencia artificial en los hogares. Las conversaciones, o intentos de diálogo, entre los humanos y los robots son significativas. Al final, se trata de un concepto de comunicación. Y da la impresión de que esta comunicación es, por el momento, complicada. Pero la alemana Isa Willinger prefiere ahondar en el lado "bueno" de los robots, con algunas secuencias que tienen incluso algo de ternura. Es interesante, por el contrario, el uso de una cierta planificación que dota a la imagen de un aura de misterio, introduciendo un subtexto amenazador que resulta efectivo y desasosegante. Brise-lame (Rising from the tsunami) (Hélène Robert, Jeremy Perrin, 2019) es, por su parte, un documental eminentemente humano. Pero también habla de seres "externos" que cohabitan con las personas. El terremoto y posterior tsunami que asoló la región de Sendai en Japón, provocando más de 15.000 muertos, es el punto de partida de este documental que se acerca a algunos de los supervivientes de la tragedia. En la zona, grandes maquinarias construyen un gigantesco rompeolas (brise-lame) que trata de contener un futuro tsunami. Esta grandiosa construcción rompe el paisaje, distorsiona la esencia de la naturaleza. "Desde la Prehistoria, nos han dicho que debemos vivir en las montañas, lejos del mar.", comenta un guía local que muestra las consecuencias del tsunami de 2011. En la cultura budista, el río Sanzu, o Río de Tres Cruces, es el que separa la vida de la muerte, el que los fallecidos deben cruzar en su camino al más allá. Pero los habitantes de la región siguen viendo fantasmas que les visitan o que les acompañan. Hay cierta poesía en las imágenes que muestran los directores (una con la cámara y el otro con el sonido), en un documental que consigue atrapar ese sentido de espiritualidad que prevalece en la zona. Estamos ante una película reflexiva, llena de poderosas imágenes que observan desde el respeto la convivencia de lo real con lo etéreo.
Doc-U: enfrentarse a la vida
Esta sección del festival está dedicada a producciones documentales realizadas por estudiantes de cine. Son en su mayor parte cortometrajes que pueden verse hasta el último día del festival. Vamos a ir recorriendo estos trabajos de graduación a lo largo de nuestras crónicas diarias de Docsbarcelona.
Bonita vida (Natalia Ayala, Paloma Martínez, Christian Medrano, Natalia Rabaneda, Laia Sanz, 2019) habla también de las ausencias, a través de tres mujeres que perdieron a seres queridos víctimas del suicidio. En la primera parte de este mediometraje, asistimos a diálogos con esta mujeres que describen los diferentes estados de ánimo frente a la pérdida. Es la parte más emocional del documental, en algunos momentos reiterativa, pero que captura en esencia el drama de una muerte sin razón aparente. La segunda parte, cuando descubrimos que las protagonistas trabajan en una asociación que trata de ayudar a personas que han pasado por su misma situación, es más optimista, con un mensaje de supervivencia positivo, pero mantiene, en su interior, un ligero tono de amargura.
I am a sex worker (Jorge Pérez, Daniela Reyes, Jocelyn Hardman, María Prada, Ferrán Coscuella, 2019) acompaña a dos trabajadores del sexo, mientras dialogan sobre su profesión y sus vidas. Se trata de dos escorts que se dedican a su profesión sin haber sido obligados, sin la aparente necesidad de tener que hacer algo que no quieren hacer. En realidad, sus diálogos no son especialmente interesantes, no hay grandes reflexiones sobre su trabajo, ni siquiera hacen una referencia hacia quienes se dedican a la prostitución por necesidad u obligación. En este sentido, hay una cierta mirada escasamente profunda hacia un tema que resulta mucho más complejo. Es en la última parte del documental, en el momento en que la "máscara" se viene abajo, cuando la historia adquiere una mayor trascendencia.
Industria. El reto del documental tras el COVID-19
Docsbarcelona organiza también mesas redondas que este año son asimismo digitales, con la participación online de los invitados. Y es cierto que toda esta situación de aislamiento nos ha hecho replantearnos muchas cosas, especialmente cómo interactuar de una forma no presencial. En cierto modo, tenemos la sensación de que hay una errónea definición de la situación. No se trata tanto de hablar de qué hacer "tras" el COVID-19, sino de qué hacer "con" el COVID-19, porque no parece que estemos ante una curación total en un futuro cercano. En este sentido, se apuntaron algunas cosas interesantes en la Mesa redonda a la que pudimos asistir ayer.
Entre ellas, una situación que resulta paradójica, como apuntaba Lucía Recalde, de Europa Creativa MEDIA. Y es que se sigue hablando de crisis del sector audiovisual a pesar de que el consumo de contenido audiovisual ha crecido exponencialmente en las últimas semanas. Esto ciertamente nos plantea una duda: ¿está adaptado el modelo de negocio cultural a las actuales formas de ser consumido? ¿Sería posible que una fábrica de coches estuviera en crisis cuando vende más coches que nunca? Esta es una realidad que ciertamente necesita una reflexión profunda por parte de quienes gestionan la cultura.
Miguel Curanta, director del Instituto Catalán de Empresas Culturales, apuntaba la necesidad de dar a la cultura el valor que realmente tiene. La crisis está en el valor que se le da a la cultura. Y apoya una interesante propuesta que consistiría en que el consumo de cultura permitiera desgravaciones fiscales. Quizás, finalmente, como apuntaba Beatriz Navas, directora del ICAA, existe la necesidad de estimular nuevos modelos culturales. Y, como decía Miquel Curanta, posiblemente ahora estemos hablando de una forma de consumir productos audiovisuales que dentro de diez años estará desfasada. Es necesario, por tanto, adelantarse a un futuro que está cada vez más cerca. Y eso es algo, ciertamente, que el sector cultural no acostumbra a hacer.
Docsbarcelona se puede ver en Filmin hasta el 31 de mayo.