Finalizada la primera tanda de episodios de la sexta temporada de Doctor Who, las primeras sensaciones no pueden ser más positivas. Lo primero que quiero dejar claro es que soy un gran fan de la serie (un Whovian declarado, vamos), y por ello no pienso frenar para nada mi entusiasmo a la hora de resaltar, tal vez en exceso, todo aquello que se me antoje o crea oportuno, dejando claro en cada frase, y hasta en cada acento, lo mucho que me hace disfrutar esta serie con cada uno de sus episodios y temporadas. Una vez puestas mis cartas (y mis intenciones) sobre la mesa, y partiendo de la base que mi objetividad estará totalmente coaccionada por mi idealizada visión de la serie, doy paso al resumen de lo que han sido para mí estos siete nuevos episodios de nuestro Doctor seriéfilo favorito (con permiso del Dr. Fleischman de Northern Exposure). Pongamos en marcha el vórtice del tiempo, y viajemos hasta el inicio de los primeros capítulos de la sexta temporada….. (Ahora se oye el sonido de la Tardis poniéndose en funcionamiento)…
"No los recuerdas,
pero están ahí"
Partiendo de uno de esos fascinantes y complejos puzles argumentales con los que tan bien se maneja, y creando otro de esos monstruos antológicos y terroríficos a los que tan bien nos tiene acostumbrados, Moffat despliega toda esa imaginación que le caracteriza para que volvamos a sentirnos como cuando éramos uno de esos niños atrapados en juegos imposibles y perturbadores. Si en su primera incursión en Doctor Who, nos atemorizó con la soledad de un niño que no podía encontrar a su madre en medio de la 2ª Guerra Mundial, en la segunda temporada con el miedo que se siente al no saber que hay debajo de la cama, en la tercera y quinta con la incertidumbre del acecho que nos espera al cerrar los ojos, y en la cuarta con el miedo a la oscuridad mediante sombras carnívoras e intangibles, en esta sexta vuelve de nuevo a dirigirse a uno de esos miedos tan básicos y primarios del ser humano que, en este caso, no es otro que la memoria y su posible manipulación por agentes externos. Una historia más, llena de secretos, misterios, alucinaciones, y maravillosas idas de olla, no exenta de la acción e imaginación trepidante de siempre, pero envuelta, eso sí, en una trama de largo recorrido, que desembocará en primera estancia en un sinfín de sorpresas y revelaciones de lo más interesantes y emocionales.

"Neil Geiman, El Doctor,
y una sorpresa inesperada"
Y tras ese agradable aperitivo, uno de los que yo considero mejores episodios de la serie, 6x04 The Doctor´s Wife. Escrito por Neil Gaiman autor de libros como Stardust, Beowulf, o Los mundos de Coraline, y fan declarado de Doctor Who desde tiempos inmemoriales, dicho episodio se convierte en un maravilloso y emotivo homenaje a la TARDIS, donde nosotros, los espectadores, no solo nos tendremos que enfrentar a una nueva aventura del Doctor llena de ingenio y misterio, sino que también se nos dará la ocasión de disfrutar y conocer un poco más a fondo a la compañera inseparable de nuestro querido protagonista. Un capítulo lleno de encanto y originalidad, donde lo que importa no es tanto la trama en sí (que también), sino más bien la conexión emocional del espectador (fan) con la serie en general, y con la cabina azul en particular. Simplemente un episodio sublime.

"Rory el romano
dospuesto a ir a la guerra"
Y llegamos a lo que ha sido el cierre de esta primera parte de la temporada: 6x07 A Good Man Goes to War. Si dijera que me ha gustado mucho me quedaría corto. Con un arranque trepidante y absorbente como pocos, en la línea de las mejores series finales de otras temporadas, Moffat no sólo quiere que nos lo pasemos como niños en una montaña rusa, sino que nos regala unas cuantas emociones en forma de disparos y batallas espaciales, una revelación muy especial (y muy esperada), un montón de fascinantes personajes nuevos, y diálogos brillantes con continuos homenajes a Star Wars incluidos. Un final de primera parte de temporada apasionante que, además de dejarnos con la miel en los labios y un montón de dudas e inquietudes en nuestra cabeza, también nos vuelve a hacer creer (como ninguna otra serie) en la esencia de las historias imposibles. Uno de esos episodios en que la originalidad de un relato bien contado, y la calidad emocional de unos buenos personajes quedará siempre por encima de cualquier pirueta narrativa imprecisa que se nos sea expuesta. Porque en esencia Doctor Who es simplemente eso, más que un montón de piezas perfectamente ensambladas y dispuestas, un estado de ánimo irrepetible.
Doctor Who volverá en otoño con la segunda tanda de episodios, ¡Qué nervios!
