En uno de los muchos centros comerciales que hay en la Capital, está ubicado un prestigioso consultorio en donde se dan consejos de psicología y parapsicología. En la puerta se puede leer claramente: "Dr. Ayahuasca. Místico".
La mística es una de las profesiones más practicadas y difundidas en Aragca, en un centro comercial regular puede haber dos o tres de estos consultorios siempre inundados de una nada despreciable clientela.
Una mujer bastante joven acude a los servicios profesionales del doctor, ha tomado varias precauciones para mantenerse de incógnito y no ser reconocida: usa gafas con lentes oscuros y una pañoleta para ocultar los cabellos de profundo color negro. Va elegantemente vestida con minifalda y medias de nilón, a pesar de lo discreto que es su atuendo se percibe que debe ser una mujer de una gran belleza y tono atlético.
- Por favor tome asiento - le indica el doctor con su usual tono de voz tranquilo, lleno de paz y amor por toda creatura viviente.
- Gracias - contesta la dama que está tratando de orientarse mientras evalúa el entorno del lugar.
- ¿Qué es lo peor que has hecho? - interrogo de repente el doctor.
- No se lo voy a decir - responde rápidamente la misteriosa dama - pero le voy a contar aquello que más me aterra, lo peor que me puede pasar.
-Siendo así, creo que lo mejor es que se acomode en aquel sofá que tengo al fondo de mi despacho de ese modo podemos conducir con mayor desenvoltura la sesión de hoy, para ello necesitaríamos que usted masque tres pepitas de una planta muy famosa entre los chamanes de la selva.
La mujer comienza a masticar las pepitas mientras toma posesión con toda su humanidad del elegante y cómodo sofá, no pasan más de cinco segundos y parece que se siente incómoda, debido a que ha comenzado a experimentar los efectos de una fuerte alucinación.
- Cuénteme, ¿qué está viendo? - dice el doctor, mientras opera los controles de un aparato electrónico a fin de registrar en video todo aquello que se diga en la sesión.
- Estoy en una especie de quirófano - dice con una voz algo angustiada la dama - me rodean varias personas, no les puedo ver las caras porque usan cascos de motocicleta, visten como militares, uno de ellos saca un cuchillo que tiene la empuñadura adornada con los símbolos del zodiaco, se nota esta muy afilado y lo pone cerca a mi cara. Yo no puedo moverme, estoy atada a la camilla, intento zafarme en vano.
El hombre me dice al oído: "No eres digna de tener los hijos de Carbonell"
Luego pone el cuchillo en mi bajo vientre y comienza a abrirme despiadadamente, continúa operándome y me amputa el útero, yo estoy gritando. El hombre del cuchillo levanta mi útero para que yo lo pueda ver, estaba embarazada, ahora el hombre comienza a seccionar el útero y puedo ver a mi bebe, indefenso. El hombre toma el feto y hace un gesto como si quisiera comérselo. En ese preciso momento entra el detective Carbonell por el techo del lugar, viene armado y en cuestión de segundos neutraliza y elimina a todos mis enemigos, recoge a nuestro hijito, lo vuelve a meter en el útero y hábilmente lo coloca en mi vientre, cierra la piel y ni cicatriz queda. Mi héroe me ha rescatado a mí y mi niño, me desata y yo lo abrazo y lo beso apasionadamente.
En este punto de la sesión el doctor se acerca a la mujer y le hace oler un algodón empapado en alcohol, para romper el trance.
La mujer despierta, se siente algo mareada y muy agitada
- Usted ha experimentado un fuerte orgasmo, por eso tuve que detener la sesión - indica el doctor y continúa diciendo de manera solemne: su caso es grave aunque podemos tratarlo, mi recomendación es que estas sesiones deben tomarse dos veces al mes por un periodo de tres años a fin de que podamos darle un diagnóstico profesional y acertado.
-Lo que usted diga doctor, todo lo que se pueda hacer por mis hijos es poco -responde la misteriosa dama.
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