No sé si habréis visto ese anuncio en la tele en el que una empresa se hace publicidad diciendo que en su servicio de ayuda telefónica serás atendido por teleoperadores de carne y hueso, y no por robots.
Cuando lo vi, me di cuenta de que ya vivíamos en ese futuro robotizado que pronosticaban las películas del siglo XX. No entiendo el anuncio porque en mi caso, siempre que me ha atendido telefónicamente un robot, ha comprendido lo que le quería decir a la primera y siempre me ha dado la información que estaba buscando y una solución a mi problema.
Pronto pensé en si un médico robot, que reconociera datos claves durante una entrevista clínica, podría tener ventajas sobre un médico humano. Seguramente fuera así: podría recordar miles de diagnósticos, aplicar complicados algoritmos, operar precisamente y registrar simultáneamente los datos de todos sus pacientes para realizar estudios multivariables de tamaños colosales. Menos mal que pensamos que los robots son entes sin sentimientos incapaces de consolar a los pacientes en los momentos más bajos, que si no fuera así, los médicos humanos no tardaríamos en ser sustituidos.
Para comprobar cómo estaba el nivel de Medicina del robot más grande que conozco, Google, se me ocurrió hacerle un pequeño examen para ver cuánto sabía y cuando dejaba de saber a día de hoy. Elegí tres consultas clásicas de Otorrinolaringología y las introduje en el buscador.
1º Google, 'me duelen los oídos y me siento dentro el agua de la piscina'. Y Google me derivó a un foro donde me diagnosticaron una infección de oídos, quizás lo más probable, pero me recomendaron ir farmacia para que comprara por mi cuenta 'gotas para el oído que contengan antiinflamatorio, analgésico y antibiótico'. Espero que ningún farmacéutico despache a un paciente que demande sin receta estas gotas en su farmacia.
2º Google, 'estoy sangrando por la nariz y me duele mucho la cabeza'. Y Google me envió a una página donde me dijeron que debía hacerme compresión directa, elevar la cabeza y, en caso de no ceder,hacerme un torniquete (espero que a nadie le de por hacérselo al cuello). En ninguno de los diez primeros resultados a Google se le ocurrió que podría tener una crisis hipertensiva, pero sí apuntó a la posibilidad de tener hipotiroidismo o incluso a que quizás estuviera embarazado.
3º Google, 'llevo ronco varios meses y cada vez estoy peor'. Y Google, sin haberme mirado la garganta, me diagnosticó nódulos vocales. Es un diagnóstico posible, pero desde luego no descartó que tuviera un cáncer de laringe en lo que, ante una disfonía de más de dos semanas, cualquier médico debe pensar.
Después de estos tres ejemplos, creo que mi trabajo como médico aún no corre peligro: Google suspende mi examen de Otorrinolaringología.