Doi Inthanon, tribus, arrozales y cascadas en el norte de Tailandia
El otro día escuchaba hablar de los baños de bosque. De lo bien que sienta el contacto con la naturaleza. Y de que cada vez más médicos recomiendan a sus pacientes salir a pasear al campo. Soy una defensora ferviente de esa idea y creo que caminar por el monte es bueno para el cuerpo y para el alma (o para la cabeza). Una terapia excelente.
Por eso, ya sea cuando estoy en Madrid o viajando, siempre intento visitar lugares donde la naturaleza sea protagonista. Y también lo hice en Tailandia este verano. Queríamos templos, ciudades e historia, pero sobre todo paisajes, selva y descubrir modos de vida diferentes. Y el norte de Tailandia es ideal para eso.
Chiang Mai, la ciudad más grande del norte de Tailandia, es un destino especialmente bueno para los amantes del senderismo y de la naturaleza. Se pueden hacer escapadas a muchos lugares, unos más cercanos como la montaña Doi Shutep y su templo, y otros más distantes, por ejemplo, Doi Inthanon.
En este parque nacional se encuentra la montaña más alta del país, el monte Doi Inthanon, con 2.565 metros sobre el nivel del mar, y dos pagodas cerca de la cima impresionantes (aunque nos quedamos sin verlas bien por la niebla), además, está habitado por personas de etnias diferentes y es posible recorrer varios senderos para descubrir cómo se cultiva el arroz en terrazas, ver algunas cascadas y adentrarse en la selva. Una excursión de día excelente y a unos 100 kilómetros de Chiang Mai.
Me encanta la lluvia, aunque es un poco incómoda para pasear
Cascadas, arrozales, pueblos karen y mercados hmong en el Doi Inthanon
Nuestra visita al Doi Inthanon no pudo ser mejor. Para empezar, en la excursión que contratamos, solo íbamos tres personas con el guía (más abajo tenéis información práctica) y eso fue una ventaja enorme que nos permitió vivir algunas experiencias que no estaban contempladas en el itinerario como pasar a una casa en el poblado karen.
La primera visita fue a la cascada Wachirathan. Llegamos con el coche y nos dejaron unos minutos para asomarnos a esta impresionante caída de agua de unos 80 metros en compañía de unos perretes que había por la zona y que se sumaron a nosotros. Tal era su fuerza que terminamos empapados solo por acercarnos a hacernos un par de fotos.
¿Habéis visto el pedazo de cascada? Se llama Wachirathan. Así, fácil de recordar.
Después de esta primera visita, el todoterreno nos dejó al comienzo de un sendero donde nos recogió un guía de la etnia karen. Según nos explicaron, la caminata por la zona tiene que hacerse siempre en compañía de un guía local. Es una manera de contribuir a su economía y también permite al turista no solo ver el paisaje, sino descubrir detalles de la zona, de la vegetación y de la fauna que te vas encontrando y aprender cómo esta gente aprovecha los recursos que les brinda la naturaleza.
En el recorrido, de un par de horas, nos adentramos por la selva, encontramos un par de cascadas, cruzamos varias veces un río por puentes de madera, vimos los cultivos de arroz en terrazas y algunas construcciones de madera. Al final, llegamos a Ban Mae Klang Luang, un poblado karen.
- En el camino cruzamos varias veces un río
- Nos adentramos en la selva
- Fuimos observando el más mínimo detalle, gracias a nuestro guía
- Volvimos a cruzar puentes de madera
- Vimos cultivos llenos de color
- Y algunas casas de madera. Fijaos en la vestimenta.
Ban Mae Klang Luang es un pueblo de montaña situado en el interior del parque nacional que se divide en cuatro asentamientos diferentes. En cada uno de ellos viven unas 80 familias de etnia karen procedentes de Birmania, en armonía con la naturaleza.
La situación de los karen en Tailandia es difícil, ya que muchos son exiliados que han huido de Myanmar en el último siglo; sin embargo, los habitantes de Ban Mae Klang Luang llevan aquí más de 200 años.
Viven del turismo (hay varios home stay o casas de huéspedes) y de la agricultura, sobre todo del cultivo del arroz y, de un tiempo a esta parte, también del café. Nuestro guía, que como todo buen tailandés sentía (o al menos transmitía) auténtica devoción por su monarquía, nos contó que este pueblo se benefició de The Royal Project, un proyecto que impulsó el rey hace unas décadas. Gracias a él, se introdujo el cultivo del café ecológico, lo que mejoró la vida de la gente local.
Nada más llegar, nos acercamos a la cafetería del poblado, donde nos dieron a probar una taza de café delicioso acompañado – cómo no – de un sticky rice que nos comimos por cortesía. Después del café, caminamos por el pueblo viendo sus casas, construidas sobre pilares de madera para evitar las inundaciones en temporada de lluvias, los animales que crían junto a ellas y la naturaleza que hay alrededor.
Y justo antes de comer, vivimos una de las experiencias más curiosas del día. Era festivo en el pueblo (una fiesta vinculada al cultivo del arroz) y la gente se reunía en las casas, así que nos invitaron a pasar a una de ellas y nos hacieron partícipes de una ceremonia donde había sticky rice (otra vez no, por favor), pollo picante guisado, licor de arroz y unos cordeles blancos que, poco después y tras una bendición, se convirtieron en pulseras.
- Mujer karen preparando café
- Casas del poblado karen
- Y más casas
- Esto fue lo que usaron para la ceremonia en su festividad del arroz
- Y aquí la comida. Estaba deliciosa.
Después de bajar de la casa y comer, tomamos el coche de nuevo para visitar la cima del Doi Inthanon y las pagodas del rey y de la reina, eso sí, envueltas en niebla. El punto más alto de Tailandia es un lugar rodeado de vegetación. Salvo una señal que lo indica, no vimos mucho más. Cerca se halla un pequeño santuario dedicado al rey Inthawichayanon (el que da nombre a la montaña) que visitamos antes de ir a las dos pagodas reales, construidas recientemente y rodeadas de jardines. Cuentan que las vistas, en días despejados, son espectaculares. No hubo suerte.
- Estamos en el punto más alto de Tailandia, empapados y con un “outfit” de lo más cuestionable. Perdón por el anglicismo (pero es que pega mucho) y por la imagen :D.
- Cuenta la leyenda que las vistas desde el Doi Inthanon son alucinantes.
- Al menos, la niebla no entró dentro de la pagoda.
- Santuario dedicado al rey que le da nombre a este monte
Para terminar la visita, fuimos a un mercado hmong, otra de las etnias que viven en esta zona de Tailandia. Como en el caso de los karen, la situación de los hmong en Tailandia no ha sido – ni es – fácil. Originarios de China, muchos de ellos se fueron estableciendo a lo largo de la historia en Laos y Vietnam. Durante la guerra de Vietnam, algunos hmong fueron reclutados por el bando estadounidense para una operación muy arriesgada que se conoce como “Guerra Secreta”. Tras la retirada de los americanos y la posterior invasión de Laos por parte de Vietnam, se les empezó a perseguir. Muchos murieron, otros consiguieron exiliarse en Tailandia y, algunos, en Estados Unidos, sobre todo en California. Una historia triste la que se escondía en aquel mercado.
Mercado hmong
¿Mejor por libre o en excursión?
Llegar hasta Doi Inthanon sola es posible. Hay quienes han alquilado el coche, han pagado la entrada al parque nacional y han hecho la visita en solitario. El problema es que hace falta más planificación porque muchas personas de las tribus karen o hmong no hablan inglés, los senderos han de ser guiados y es posible terminar perdiéndose cosas. Y no sale tan barato ya que hay que pagar el coche, la gasolina, la entrada al parque, el alquiler de un guía para los senderos…
Nosotros elegimos hacer una excursión de día con la agencia Wonderful Ecotours y fue una buena idea. Nos costó 1.200 baths (32€) por persona e incluía todas las actividades, comida y bebida durante el día, la entrada al parque, el seguro de ida y vuelta al hotel. Y, encima, tuvimos la enorme suerte de hacerla casi en privado.
excursion en tailandia excursiones en chiang mai hmongs karen parque natural Doi Inthanon 2018-10-27 Paula Mayoral