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Dolega pasa la prueba deportiva

Por Dolega @blogdedolega
Por Dolega 3 octubre, 2012 Con humor 32 comentarios Dolega pasa la prueba deportiva

Puente de las Américas

Nuestros encuentros eran bastante anárquicos. Yo creo que era porque entre sobredosis y sobredosis de adrenalina, el Consorte necesitaba tiempo para recuperar su integridad mental y la serenidad que irradiaba.

Pero al cabo de unos cuantos días siempre terminaba llamando. Ese día fue uno de ellos.

-Hola soy el Consorte.

-¡Hola! que tal

Recuerdo que estaba en plenos parciales en la universidad, así que en esa época mi tiempo era bastante limitado. Tengo que decir que era muy buena estudiante y ahí están mis notas que lo prueban, pero quizás porque estaba estudiando algo que realmente me gustaba, me organizaba bastante bien, además para ese chico siempre tenía tiempo.

-¿Tu corres?

¡Yo que voy a correr! Menuda estupidez, además yo no necesito correr, yo estoy buenísima. Estas pendejadas son de los niños bien que estudian en los USA y siempre vienen a casa con modas tontas y queriendo hacerse los especiales.

-¡Claro, me encanta!

-Podríamos ir esta tarde, si quieres.

-Esta tarde imposible, ya he quedado para ir a estudiar y no puedo, lo siento.

-¿Y mañana Sábado?

-¡Mañana si! Sin problemas. Ok pues entonces nos vemos mañana. Te tengo que dejar porque se me hace tarde para ir a estudiar.

-Ok. Hasta mañana.

¡¡¡¡AHHHHHHHH Tengo que salir ya, a comprar un equipo de jogging!!!!!

Y allí estaba yo después de una tarde entera de compras como la Barbie corredora. Toda nuevecita y moníiiiiiiisima con mis pantalones de jogging, mi camiseta de jogging, mis zapatillas de jogging, mi coletero de jogging, mi maquillaje de jogging…

A la hora acordada allí estaba mi flamante chico en su coche (que merece un post aparte).

Subo al coche, sonreímos, batir de pestañas por mi parte, él que me mira el escote disimuladamente, yo que hago como que no me doy cuenta y nos vamos.

En mi época, había un sitio emblemático para ir por las noches a beber, a escuchar ó bailar con la música a todo volumen, a fumar, a hacer lo que uno quisiera, vaya. Ese sitio era conocido como el Causeway. Camino mar a dentro que une tierra firme con Naos, Perico, culebra y Flamingo, islotes, que en aquella época eran territorio americano y recinto militar. Pero la carretera hasta casi llegar a ellos estaba accesible.

Mi chico favorito enfiló hacía las afueras de la ciudad y yo empecé a sospechar que el deportista que conducía me iba a dar problemas y efectivamente, allí estábamos, en el causeway.

Mi sitio de cachondeo, fiesta y jolgorio favorito pero a las cinco y media de la tarde de un sábado y no a las tres de la mañana, que era las horas en que yo frecuentaba esos lares…

Precioso lugar, pero con un enorme defecto. Para correr es jodidamente laaaaaaaaargo.

Cuando nos bajamos del coche, en ese momento pasaba un hombre que no debía superar los treinta y cinco años, pero que a mí me pareció un señor mayor, con una pareja de perros de raza afganos, maravillosos, cuidados y trotando con el pelo al viento. Nos quedamos embelesados viendo como los dos animales corrían a la par que su dueño, elegantes al extremo.

Dolega pasa la prueba deportiva

El Consorte se quedó ensimismado mirándolos.

-¿Sabes que es mi raza de perros favorita? ¡Míralos, son preciosos! Algún día tendré un perro de esos.

Mientras el miraba a la pareja de afganos, yo miraba la carretera. Aquello iba a ser duro, muy duro…

Dolega pasa la prueba deportiva

Allí tenía a un deportista de verdad, con sus pantalones cortos usados, sus zapatillas que tenían kilómetros de experiencia, sus muñequeras ya desgastadas, frente a la Barbie corredora, perfumada y oliendo a nuevo por los cuatro costados.

Y empezó la sesión de jogging. Yo a los quince metros ya empecé a pensar que tenía que hacer algo si no quería caer desfallecida antes de cinco minutos. Piensa Dolega, piensa.

-Viene bien hacer ejercicio porque estamos todo el día sentados. Entre estudiar, leer, ver la tele.

30 metros y sudando…

-Sí, yo corro todos los días, me encanta, además hago artes marciales.

-¿Te interesa lo oriental?

60 metros y al borde de la deshidratación…

-Sí, me llama la atención.

- ¿Has leído Siddhartha?

90 metros y Dolega a punto de caer desfallecida en aquella carretera entre mares…

-¿Siddhartha, De Hermann Hesse? Está muy de moda, No, no la he leído.

¡¡¡GRACIAS DIOS MIO!!! Prometo ir cuatro domingos seguidos a misa…

Parón en seco (Dolega no sobreactúes, que tú eres muy dada a la sobreactuación)

-¿Que no has leído Siddhartha?, ¿Demian?, ¿El Lobo Estepario?

Él niega con la cabeza. Se ha parado pero no deja de correr en el sitio. Yo aprovecho la coyuntura. Ahí se acaba la carrerita. Una clase magistral sobre mi escritor favorito de aquel entonces. Una disección pormenorizada de las lecturas que eran mi biblia particular en aquellos años y la puñetera carrerita se convierte en un paseo calmado al atardecer, hablando de budismo, psicoanálisis y la búsqueda del yo, pero caminando y no corriendo como si huyéramos de la policía.

Dolega pasa la prueba deportiva

Dolega pasa la prueba deportiva

Había salido airosa de la primera prueba deportiva. Aunque a día de hoy sostenga que le di pena y por eso me siguió el rollo, ¡No me lo creo!

¡Si este chico no es de fiar, nunca ha tenido un perro de raza afgano!

Este es mi último post desde la República de Panamá durante este viaje.

Mañana postearé desde Madrid…

Se acabó el paseo. Snif, snif…


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