Todo avance científico se hace siempre realidad, por lo que “veremos una Dolly humana si una mujer quiere gestarla”, dice la doctora Mónica López Barahora, que fue miembro de dos comités de bioética, el español y el del Consejo de Europa.
El sueño de que el ser humano se fabrique a sí mismo, que se clone y clone incontables generaciones podría producirse tras el ensayo de Shoukhrat Mitalipov, del Centro Nacional de Oregón para la Investigación sobre Primates, creado para evitar la extinción de los que están en peligro.
Mitalipov obtuvo células madre adultas de la piel de un enfermo para curarlo trasplantándolas a ovarios preparados para clonar embriones humanos de los que se extraen tejidos sanos.
Esa cualidad curativa ya la había alcanzado el japonés japonés Shinya Yamanaka, Premio Nobel de Medicina 2012, con células madre adultas sin utilizar embriones.
Ahora, si Mitalipov y su equipo, en el que hay una científica española que emigró tras un ERE en su laboratorio valenciano, dejan que el embrión se desarrolle, nacerá un clon como lo fue la oveja Dolly, pero humano.
Este avance permite que cualquier mujer pueda autoclonarse, en tanto que el hombre necesitará siempre un embrión femenino.
Imaginemos vírgenes madres de sí mismas, y embarazadas sin participación masculina, con niños cuya concepción recuerda la de Jesús: revivirán las teorías sobre los humanos creados por extraterrestres de un nivel científico superior, al que se acercan ahora sus propias creaturas.
Aparecerán sociedades de amazonas que se reproducen sin sexo, mujeres que aportan óvulos, y otras células de su piel: la humanidad podrá existir sin hombres, sólo con mujeres, cuyos ovarios son el único cultivo transmisor de vida.
El deseo de las hembristas más radicales, culminado: un mundo sin machos, sólo de mujeres, de Dollies humanas deshumanizadas.
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