Una gran cantidad de adultos no saben que son intolerantes al gluten, una enfermedad no apta para tiempos de crisis.
Usted podría tener intolerancia al gluten y no saberlo. Si sufre síntomas tan variopintos como dolores de cabeza, ansiedad o artritis que no remiten ante los tratamientos convencionales podría ser uno de los muchos adultos sin diagnosticar que existen según las principales asociaciones de afectados. Este domingo, 27 de mayo, se celebra el Día Nacional del Celiaco, una enfermedad que afecta a uno de cada cien españoles, según fuentes médicas, y que supone un importante desembolso económico para unos enfermos crónicos a los que no puede ayudar ningún medicamento.
La enfermedad celiaca consiste en una intolerancia permanente al gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno (y probablemente la avena), que produce, en individuos predispuestos genéticamente, una lesión grave en la mucosa del intestino delgado, provocando una atrofia de las vellosidades intestinales, lo que determina una inadecuada absorción de los nutrientes.
Mientras que en niños es relativamente sencillo detectar esta dolencia, sobre todo cuando se observan problemas de crecimiento, en personas adultas es más complicado, puesto que existen síntomas extraintestinales que son difíciles de asociar a la enfermedad. En estos casos, y tras realizar una biopsia intestinal, se descubre si una persona es celiaca si al suprimir el gluten de la dieta experimenta una mejoría.
Julia descubrió que era celiaca pasados los treinta, después de diez años en tratamiento digestivo sin que supieran detectar el origen de su malestar. Hasta que la aconsejaron dejar de comer productos con gluten. La mejoría, producida por la regeneración de las vellosidades intestinales, fue muy rápida. “Los problemas digestivos desaparecieron del todo. Pero además me noto más deshinchada, sin dolores de cabeza y con mejor carácter”, reconoce.
El ‘milagro’ de Djokovic
Como ella, el tenista serbio Novak Djokovic también tardó en descubrir que era celiaco y los cambios en su dieta coincidieron con una racha de victorias que le llevaron a conseguir el número unodel mundo en detrimento de Rafa Nadal. Una derrota contra el francés Tsonga en el Abierto de Australia de 2010, en un partido en el que incluso tuvo que retirarse a los baños a vomitar, llevó al deportista a ponerse en manos de un nutricionista. Los resultados, varios kilos menos y una notable mejoría en su juego.
Pero no todos los celiacos tienen que sufrir un calvario de síntomas hasta que descubren qué les ocurre. Claudia, de 8 años, fuediagnosticada poco después de cumplir los dos. “Vomitaba frecuentemente, tenía el abdomen abultado, problemas de crecimiento y hasta mal humor, pero los médicos de la sanidad pública no descubrieron que era celiaca. Tuvimos que acudir a un pediatra privado, que le impuso una dieta estricta y enseguida empezó a mejorar y a subir de peso”, nos comenta Silvia, la madre de la pequeña.
Descubrirlo antes o después no facilita la vida a los celiacos, ya que todos comparten las complicaciones que les supone comer por el elevado precio de los productos sin gluten y la oferta limitada que existe en bares y restaurantes. Incluso comiendo productos ‘naturales’ no tratados con gluten, como verduras o pescado, se corre el riesgo de que se haya producido una contaminación cruzada durante su manipulación.
Una oferta más amplia
La campaña de concienciación promovida desde las principales asociaciones de celiacos ha obligado a los centros escolares a disponer de menús especiales y su repercusión mediática ha hecho que cada vez más negocios de restauración incluyan en sus cartas platos sin gluten. Sin ir más lejos, Telepizza ha celebrado la Semana del Celiaco con importantes descuentos y la presentación de nuevos productos.
Además, los productos sin gluten empiezan a ser considerados como un importante sector de negocio por las cadenas de hipermercados y supermercados, que han mejorado notablemente la oferta dentro de sus marcas blancas. Uno de los primeros en darse cuenta del potencial de esta clientela fue Mercadona –cuyos responsables han desmentido que su política se deba a la celiaquía de uno de los hijos del presidente, Juan Roig-, que ofrece una gran variedad de productos sin gluten a precios muy competitivos.
Porque el precio al que asciende la cesta de la compra de un celiaco es otro problema. Un paquete de galletas de 200 gramos puede costar 3 euros, casi el doble de lo cuesta una caja con cuatro paquetes de galletas normales, y uno de pan de molde, más de 4 euros. “Comer a estos precios equivale a tener que comprar un medicamento”, nos comenta Julia, que explica que, a diferencia de otros enfermos crónicos, como los diabéticos, ellos no cuentan con ayuda económica alguna.
El informe de precios de 2012 elaborado por la Federación de Asociaciones de Celiacos (FACE) estima que la familia de un celiaco gasta en comida un 259,73% más, lo que se traduce en 1.525 euros al año, una cantidad insostenible en tiempos de crisis.