¿Qué sucede cuando no se entiende una fotografía? Me refiero a cuando no sabemos qué es lo que hay en ella, qué objeto fue fotografiado. Si decimos que la Fotografía se dedica a extraer pedacitos del universo, deberíamos en mayor o menor medida, reconocer esos pedacitos ¿no? Pero no siempre resulta tan fácil. En el caso de las imágenes abstractas la cosa se complica. Se complica porque el fotógrafo así lo ha querido, lo ha hecho a propósito, para intentar provocar algún tipo de emoción o sentimiento.
Es un truco. Como tantas otras cosas en las artes visuales. Aunque, digo yo, si funciona bienvenido sea el truco. Como en un número de magia. Todos sabemos que el tipo con las cartas no tiene poderes mágicos sino que usa trucos. Pues eso… mientras funcionen nos gustan y nos divierten. Ahora sólo queda saber si estas fotos de hoy funcionan, si os resultan visualmente atractivas, si os evocan algo, si os recuerdan algún episodio de la vida, si cuentan algún cuento o si, por el contrario, os parecen aburridas, simplonas, feúchas, planas, sin sustancia, lánguidas, etc.
Ya me gustaría a mí tener trucos para otras cosas en la vida. Para el dolor, por ejemplo. Porque el único truco que tengo es la morfina y no siempre funciona. Ya ni siquiera aspiro a curarme porque me han dicho que es casi imposible, pero al menos aspiro a sentirme como hoy o como ayer, tranquilo y sin dolor, sin tener miedo cada vez que me muevo.
Nunca he pasado más de tres o cuatro horas seguidas sin que me duela. Sería tan maravilloso saberse trucos contra los dolores. Siempre pensé que los dolores del alma eran más fuertes que los dolores físicos, pero ahora ya no estoy tan seguro, la verdad. Yo he sentido dolores físicos imposibles de describir y de imaginar. Los dolores del alma pasan, se olvidan, para esos sí que hay trucos, creo yo. Lo sé porque hace poco murió mi padre y lo viví en mis carnes. Se me juntaron los dolores físicos y los dolores del alma. Ahora sólo quedan los físicos.
El dolor también es abstracto. Por suerte uno es incapaz de recordarlo, como los colores. Sólo podemos recordar que era horrible, pero no lo podemos revivir. Ni falta que hace. Mejor nos sumergimos en el extraño e hipnótico mundo de las fotografías abstractas y dejamos volar nuestra imaginación hacia más allá de los límites de la propia conciencia. Eso es. Sin trucos.