“Podemos evitar tomar decisiones no haciendo nada, pero incluso eso es una decisión” – Gary Collins
No dejes que las decisiones triviales te ocupen espacio mental
Cada día tenemos que decidir sobre infinidad de cuestiones. Qué comer, qué hacer, que ropa me pongo, a quien llamar, que ruta elegir… que os voy a contar que no sepáis ya. Hay muchas decisiones que las hacemos de forma casi instintiva, no necesitamos pensarlas mucho, pero en otras muchas nos quedamos atascados, cuando no debería ser así.
Es justo sobre estas últimas sobre las que quería hablaros. ¿Qué hacer cuando no sabemos que decisión tomar? ¿Cuándo tomar la decisión? Es posible que creas que lo mejor que puedes hacer, si no sabes qué hacer, sea no hacer nada. Osea, que pospongas tu decisión.
Es la peor decisión
Posponer una decisión puede ser una buena idea en unas pocas ocasiones y debería estar totalmente justificado. El problema es que más veces de las necesarias decidimos posponer decisiones para cosas que deberíamos resolver en ese mismo momento, es lo que se conoce como sindrome de la postergación. Y lo hacemos por dos motivos:
1.- Nos da miedo enfrentarnos con la forma de exponer nuestra decisión. Nos resulta incómodo reconocer claramente que no queremos hacer algo y preferimos dejarlo para más adelante.
2.- Nos da miedo enfrentarnos con las consecuencias de nuestra decisión. Sabemos o intuímos las consecuencias de nuestra decisión y creemos que si no tomamos una decisión ahora, la cosa cambiará.
Bajemos de las nubes. Un ejemplo práctico. Te llaman sin aviso previo de una compañía de seguros en horario laboral. Sabes de antemano que no te va a interesar lo que te ofrezcan, y sin embargo decides que para evitarte la incómoda situación de decir que NO ME INTERESA EN ABSOLUTO, dices que ahora no puedes hablar y dejas la puerta abierta para que te llaman más tarde u otro día. CIERRA LA PUERTA. Sabes que más adelante tendrás que volver a responder a esa llamada. Esto no es muy grave, pero ya has creado un pequeño punto de estrés, que te ocupará sitio en tu cabeza
La solución. ¿Habías solicitado la llamada? No. Si realmente te interesara habrías buscado tu esa información. Cierra el asunto ya. De forma radical: “Lo siento, gracias por vuestro interés, pero no me interesa en absoluto. Adiós”.
Problema resuelto. Bastentes decisiones tenemos que tomar durante el día como para que algo así te ocupe espacio mental.
Por supuesto, lo mismo aplica en muchas otras situaciones no tan “comerciales”. Familia y/o amigos. ¿Vas a venir a hacer (lo que sea) el próximo (el día que sea)? Respuesta errónea típica: “No lo sé, te llamo si eso”.
Si realmente te apetece di ya mismo que SI y haz todo lo posible por que tu deseo se cumpla. Todos tenemos imprevistos, pero no podemos tratar de organizarnos solo pensando en imprevistos.
¿Y si la decisión depende de otro? Pues llama al otro y concretas, y haz todo lo posible por que se materialice tu decisión. Por otro lado, si la propuesta no te llama mucho la atención di YA que NO, otra vez será. No pasa nada, el mundo seguirá girando. No puedes hacer todo a la vez, no pasa nada. Muchas veces es más importante dejar de hacer cosas que tratar de hacerlas todas.
Por supuesto, como todo arte, llegar a ser un maestro requiere mucha práctica. Si no tratas de empezar a aplicar ya el arte de no posponer decisiones, nunca serás un maestro. Además, estarás contribuyendo a seguir añadiendo ese nivel mínimo de estrés continuo que tanto ruido genera en nuestras vidas. Por supuesto simpre hay formas de relajarse, pero recuerda, “no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia”.
¿Cuántas decisiones triviales pospones a lo largo del día? ¿Puedes poner un ejemplo?