Explota por dentro de mi pantalón, ya no aguanto más, mi erección se hace protuberante al notar hundirse su tacón sobre mi mejilla izquierda. Las vistas desde aquí son apoteósicas, parece que su coño, firme y húmedo esté a punto de soltar su flujo sobre mi cara, pero se resiste a sucumbir a mi deseo y a mi me provoca más placer cuanto más aprieta su aguja. Es dolor lo que eriza mi piel y me “obliga” a rendirme ante ella, mi ama.
Con las manos a mi espalda, le suplico que me castigue, he sido muy malo y merezco la peor de las torturas, espero ansioso que me escupa dentro de la boca, síntoma de que ella tiene el poder, y luego me lama el rostro como perra salvaje, ella es el ama, ella es la que manda, ruego cabizbajo que me humille, en mi mente ya sé lo que estoy deseando que me haga y ella, por supuesto sumergida en su rol sabe a la perfección lo que me gusta, sabemos y consentimos los placeres más ocultos de nuestro sexo, así le solemos llamar. Abre el cajón de los secretos, lo estoy deseando y saca tus poderosas armas, aquellas que me hacen perder la razón y desatan nuestra locura, “castígame” pido a gritos con la mirada, con mis ojos de cordero degollado que hacen que ella se sienta más fuerte. El frío cuero rozando mis genitales me estremece. Sé que me va a doler, pero lo pido fervientemente. Me arrastra por toda la habitación como si fuera su perro tirando de mi con la cadena hace que la obedezca en cada empujón y así lo hago, mi ama es la que manda. Como prueba de mi lealtad lamo y beso sus pies y acaricio sus piernas como su perro que soy, con la fusta vuelve a golpear mis genitales, eso significa que desea que mi boca se acerque a su coño y lo lama, ella grita y me insulta y eso hace que las venas de mi miembro casi exploten bajo el arnés de acero. Me encanta, la situación me provoca más y más pero ella impide que me corra, lo haré cuando me mi ama me lo ordene.
Tumbado sobre el frío suelo espero a que sus pies se acerquen a mi pene, lo acaricien y pisoteen masturbándome sintiendo el dolor cada vez que los aplasta con sus dedos, pasa la fusta una y otra vez por mis pezones mientras golpea su punta en inesperados compases que erizan mi piel. Mi ama se sienta sobre mi cara, no me deja lamerla, no puedo tocarla, pero ella se mueve sobre mí y su flujo empapa mi rostro, “Dios que placer”, mi pene erecto pide más fuerte, ella lo nota y lo introduce en su boca con fuerza y con violencia provocando en mi un fuerte alarido, estoy a punto de correrme pero ella lo evita obligándome a levantar tirándome del pelo. Me arrastra por toda la habitación, yo me dejo llevar, este juego me encanta y ella sabe como hacerlo. Estoy deseando que me vende los ojos, es la parte que más cachondo me pone, ya oigo el sonido del juego, de mi juguete, escucho como se coloca el arnés, he de estar quieto, como a ella le gusta y no mirar. Sus tacones se acercan a mi cabeza, me pisa y cabizbajo inmóvil me prepara para el sexo duro. Acaricia mis genitales con la lengua, sabe que he de estar bien humedecido , araña mi espalda, es la señal de que el juego va a comenzar y cuando acerca su mano a mi pelo y tira de él de forma brusca ya noto como a la vez se introduce dentro de mi, con violencia, su pene, noto la fuerza, noto el dolor, me excito, me relamo, grito de dolor, me duele mucho cada vez que ella me embiste y golpea mi culo con brusquedad, pero me provoca tal placer que no puedo dejar de decirle a mi ama que siga. Grito más y más fuerte y ella más rápido y penetrándome más intenso hace que la saliva de mi boca se salga inconscientemente cuando saca la verga y me vuelve a lamer toda la zona, no puedo parar de gemir y gritar, no puedo describir con palabras lo que me provoca esa situación. Me pene va a explotar en cualquier momento, ella lo sabe y lo introduce salvajemente en su vagina, me tumba sobre la cama y cabalga cual potro salvaje sobre mi, me tapa la boca para evitar oír mis gemidos y con la otra mano me asfixia el cuello. Me ahogo, pero quiero más, no puedo respirar y eso me pone demasiado, “córrete cabrón”, ya tengo su permiso, y metiendo la mano dentro de mi boca, agarrando fuerte mi mandíbula, pellizcándome los pezones consigo tener un orgasmo tan fuerte que me quedo exhausto, débil, sin fuerzas.
Su mano acaricia mi pelo, sus besos tan placenteros y húmedos rozan mi boca, y nos fundimos en un tierno abrazo como premio, por lo bien que hemos jugado, por habernos entendido a la perfección en esta habitación donde se ocultan todos nuestros placeres y damos rienda suelta a nuestra imaginación, ambos consentimos y sucumbimos a una rendición y dominio, dominación y sumisión, practicando roles dentro de cuatro paredes donde el sexo, las relaciones sexuales, el intercambio de poder consentido o el castigo corporal entre dos cuerpos que se respetan, se aman mutuamente ,desean y permiten “jugar y humillarse” origina tanto placer que es difícil no sucumbir al éxtasis que provoca.
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