Este contenido es propiedad de Revista de Historia - Revista de Historia es una de las pocas Revistas de Historia que destacan por ser una Revista de Historia online con artículos históricos semanales enriquecidos con infografías, vídeos e imágenes impactantes.
El 29 de junio de 1803 el científico, espía y orientalista español Domingo Badía desembarca en Tánger bajo la identidad del príncipe abasí Alí Bey. Badía permanecerá en el continente africano y el Oriente Próximo durante los siguientes 10 años recorriendo el norte musulmán e investigando y describiendo lugares del mundo islámico prácticamente desconocidos hasta entonces por los occidentales.
Si nos lees desde un móvil o Tablet y te apetece leer el artículo más tarde puedes guárdatelo en PDF y leerlo cuando te plazca haciendo click Aquí
Disfrazado de árabe, recorrió Marruecos (Fez, Marrakech, Mogador, Oujda Y Larache); Chipre; Egipto (Alejandría, El Cairo y Suez): Arabia Saudí (lidda, La Meca y Yenboa); Palestina (Gaza, Jerusalén, Hebrón y Nazaret), Siria (Damasco, Alepo) y Turquía (Estambul y Antioquía).
Los orígenes de Domingo Badía
Catalán de Barcelona, la familia de Badía se trasladó primero a Málaga y después a la localidad almeriense de Vera debido a los trabajos administrativos del padre, lugares ambos dónde el joven Domingo tuvo sus primeros contactos con el mundo musulmán por los marinos y mercaderes de la zona.
Todavía muy joven, en 1786, Domingo Badía se matriculó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, pero curiosamente ese interés artístico no se oponía al científico y durante su estancia en la capital también estudió en las Reales Escuelas de Química y Física.
Llegaron las Rebajas: usa el cupón “al50porciento” al suscribirte!!
Pocos años después lo encontramos como administrador de la Real Renta de Tabacos de Córdoba, lo que no le impidió continuar con su labor científica publicando estudios sobre el peso de la atmósfera y el funcionamiento del barómetro y fijando su gran proyecto en la construcción de un globo aerostático que pensaba emplear para llevar a cabo observaciones atmosféricas y para lo cual empleó todo su capital y el de otros inversores. El proyecto fracasó y lo llevó a la ruina.
Como consecuencia de tal situación tuvo que aceptar el cargo de secretario y bibliotecario de Pablo Sangro y de Merode, príncipe de Castelfranco, trasladándose de nuevo a Madrid y obteniendo algunos ingresos extras como traductor de algunas obras francesas. Pero todos estos reveses no mermaron el ánimo de un espíritu inquieto como el de Abadía, cuya mente no dejó de trabajar y pertreñar el plan que daría sentido a su vida: un viaje a África.
Los preparativos
Un viaje así necesitaba financiación y así en 1801 Badía presentó a Manuel Godoy un proyecto que aunque quizás excesivamente ambicioso – pretendía atravesar el continente de Oeste a Este – estaba muy bien documentado con fuentes viajeras y científicas europeas (el proyecto incluía entrevistas y compra de material en el extranjero).
Sorpresivamente y tras un año de espera, se aprobó el proyecto si bien con unas modificaciones más que significativas en su objeto, que de científico pasó a ser político: una intervención militar en Marruecos. La parte científica del proyecto – planimetría, cartografía, observaciones geológicas y meteorológicas, botánica (recolección de plantas), etnografía y medicina popular – quedaría relegada a una segunda fase caso de conseguirse la primera.
A Godoy le interesaba la idea de establecer una ruta comercial al interior de África por Marruecos, pero tal proyecto se veía frenado por las malas relaciones entre España y el Sultanato: el sultán Solimán había embargado el comercio con España y además amenazaba con apoderarse de los plazas de Ceuta y Melilla. Godoy creía tener información fiable de que muchos marroquíes rebeldes del sur del país se oponían a la política del sultán, y pensó que Badía podía reunirse con ellos y ofrecerles el respaldo militar de España para destronar a Solimán a cambio de importantes concesiones comerciales.
Marruecos
El 29 de junio Badía cruzó el estrecho de Gibraltar en dirección a Tánger, presentándose allí como el personaje que le seguiría toda su vida: Alí Bey Abd Allah, hijo y heredero universal de un príncipe sirio fabulosamente rico, descendiente directo de los califas abasíes, que había se había exiliado de su país por razones políticas. Haciéndose pasar por musulmán fervoroso, Alí Bey contaba que después de haber recibido una completa educación en Occidente, había heredado la fortuna familiar e iba de peregrino a la Meca, visitando países musulmanes por el camino para elegir en cuál de ellos se asentaría. El caso es que Badía debió parecer muy convincente toda vez que pronto fue presentado a los más altos dignatarios civiles y religiosos de Tánger, lo que le dio la oportunidad de sondear la oposición a Solimán. No obstantes sus planes sufrieron un vuelco inesperado cuando súbitamente el sultán fue de visita a Tánger y más aún cuando tras serle presentado Badía, Solimán le tomó gran aprecio de inmediato al punto de, invitarle a reunirse con su Corte en Fez, no resultándole posible a Badía rehusar tal oferta so pena de enojar al sultán.
Instalado en Fez primero y en Marrakech después con la corte de Solimán, Badía/Alí Bey comenzó a reunirse con posibles opositores mientras gozaba del favor del sultán el cual llegó a regalarle una suntuosa mansión y una esposa que Badía aceptó (ya estaba casado en España)
Pero cuando las cosas se tuercen solo hay una cosa segura y es que se pueden torcer aún más. Eso es lo que le ocurrió a Badía que cuando ya tenía convencidos a varios rebeldes recibió noticias de España informándole de la negativa de Carlos IV a sufragar y participar en tal rebelión. Al rey le había parecido “mezquino” el proceder de Badía con el sultán para conseguir sus fines (que no eran otros que los encargados). Curioso caso el de Carlos IV, tan meapilas y escrupuloso con el actuar ajeno y tolerante con el propio.
Así las cosas, y temiendo acertadamente que el sultán no tardaría mucho en enterarse de sus actividades revolucionarias así como la ira de los rebeldes abandonados. Debía de salir de Marruecos cuanto antes y su vía de escape sería continuar con su con su peregrinaje a la Meca y olvidarse de sus proyectos más al Sur de Marruecos.
Salida de Marruecos hacia La Meca
Badía fue escoltado por tropas de Solimán hasta Argel y luego a Larache, Semanas después Badía se encontraba en Chipre, desde donde pasó a (Alejandría) Egipto. Allí conoció al escritor francés Chateaubriand y en 1806 partió hacia La Meca.
Fue el primer europeo en escribir una descripción detallada y exacta de los ritos del peregrinaje y también en en hacer croquis y dibujos del templo y estimaciones sobre su posición geográfica. Después de volver a El Cairo, pasó tres meses viajando por Palestina y Siria. Fruto de su viaje fueron más de mil quinientas páginas manuscritas, un centenar de dibujos y varias colecciones de objetos diversos y mapas.
Su obra se recogió años más tarde en tres volúmenes que llevan por título Viajes de Alí Bey el Abbassi (Don Domingo Badía y Leblích) por África y Asia durante los años 1803,1804, 1805, 1806 y 1807.
Últimos años y muerte
Para cuando regresó a España la invasión napoleónica era un hecho y las ideas de corte ilustrado y afrancesado de Badía dieron con él en la administración de José Bonaparte.
Tras la retirada francesa le encontramos en 1817 en un nuevo viaje científico, de nuevo disfrazado, esta vez con el nombre de Hayyi Ali Abu Utman, llegando a La Meca para viajar después a Etiopía, Sudán. Tombuctú y Senegal. Tras pasar por Estambul y Trípoli, salió de Damasco muy enfermo el 17 de agosto de 1818 acompañando a una caravana de peregrinos a La Meca, muriendo días después en Qalat al Balqa (Jordania).
Badía fue el tercer europeo en visitar La Meca y el primero en hacer una descripción de los wahabíes, recogió materiales etnológicos usados por antropólogos del siglo XX, y aportó descubrimientos geográficos, datos climatológicos y latitudes y longitudes renovadas de, al menos, diez ciudades de Oriente. Su figura, olvidada en España y sus estudios fueron rescatados posteriormente por grandes exploradores como el británico Peter Burton y el alemán Alexander Von Humboldt.
Autor: Ignacio del Pozo Gutiérrez para revistadehistoria.es
¿Eres Historiador y quieres colaborar con revistadehistoria.es? Haz Click Aquí
Si nos lees desde un móvil o Tablet y te apetece leer el artículo más tarde puedes guárdatelo en PDF y leerlo cuando te plazca haciendo click Aquí
¿Nos invitas a un café?
Si quieres donar el importe de un café y “Adoptar un Historiador”, incluiremos tu nombre como agradecimiento en calidad de mecenas en un Artículo Histórico, puedes hacerlo Aquí:
También puedes apoyarnos compartiendo este artículo en las redes sociales o dándote de alta en nuestro selecto boletín gratuito:
Déjanos tu Email y te avisaremos cuando haya un nuevo Artículo Histórico
Bibliografía:
Ali Bey el Abbassi “Peregrino a La Meca”. Jaguar 1998
Augusto Casas “Ali-Bey, vida, viajes y aventuras de Don Domingo Badía”, Luis Miracle 1943
Patricia Almarcegui “Ali Bey y los viajeros europeos a Oriente”, Bellaterra 2007
José Poch Noguer “Ali-Bey El Abbassi (Domingo Badía y Leblich): vida aventurera del famoso explorador español. Myria 1956
La entrada Domingo Badía, “Alí Bey”, espía y viajero por el mundo islámico se publicó primero en Revista de Historia.