Domingo. (Por: Alfredo Abrisqueta).

 
Domingo, 15 de enero de 2012. Un domingo cualquiera para un apático. Un domingo apasionado y caluroso para el turista caribeño. Un domingo jornalero para el vendedor de Ikea y el que siembra sin esperanza su cosecha. Un domingo gris para el madrileño que busca el sol sin encontrarlo. Un domingo de resignación para el animal que no piensa, un domingo de indignación que llora al ver La liberté guidant le peuple. Un domingo de fútbol y más fútbol. Un domingo de intenso debate cotidiano por televisión. Un domingo de publicidad subliminal y más subliminal. Un domingo de sexo y de nada más. Un domingo de resaca para el exaltado pasota. Un domingo de juerga para el macarra que ignora. Un domingo de veneración y demanda al Señor. Un domingo de ensueño para el idealista. Un domingo pésimo para el realista. Un domingo para escribir sin decir nada, para hablar sin tener nada que decir, para decirlo todo sin escribir nada, y para sentir vergüenza ajena y no tan ajena. Un domingo en definitiva, para recordar a todo el mundo la llegada del lunes, otro día más de resignación, otro día más de pasotismo, de ignorancia, de cotilleo, de fútbol y más fútbol, de trabajar y ser explotado. Un día más para perder la dignidad, un día más para recordarte, que las cosas siguen igual y que nada cambia por mérito de todos y no de unos pocos protagonistas. Un domingo como otro cualquiera, un domingo en crisis de conciencia, sin fuerzas para luchar, un domingo que transcurre deprisa, cada vez más deprisa...normal, cada vez más normal... conforme van haciendo efecto las pastillas y las últimas adquisiciones de El Corte Inglés.
"Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra y todo lo que en ellos hay, y acabó Dios en el día sexto la obra que hizo y reposó en el día séptimo, y bendijo el día séptimo y lo santificó, y luego reposó de toda la obra que había realizado".
Génesis 2:2