Revista Opinión

#DomingoLiterario: «Trasciende»

Publicado el 02 junio 2019 por Carlosgu82

Cuando empecé a escribir aquí en NoCreasNada, comenté de rapidez que me gustaba escribir literatura, y que era lo que más he escrito hasta ahora. Bueno, dejaré los domingos para descansar y para dejarles cosas viejas que he ido escribiendo. A lo mejor a más de uno le gustan.

La foto de portada es el cuadro Over Soul, del pintor Alex Grey. Derechos de Autor, por favor no me censures

Trasciende

Ve un mundo gris. Ve las calles sucias de agua lluvia, ve las personas como un montón de autómatas yendo de aquí para allá, un sinfín de títeres que le pasa a cada lado. Él va caminando también, sigue la masa, aunque sabe que en su cabeza el mundo no es igual a como lo ven todos ellos.

Derecha, Izquierda, Derecha, Izquierda…

Se para  en el semáforo en rojo, se queda mirando la gente de la otra acera: son todos iguales, aunque ellos estén sobre lo que él en su cabeza imagina como “otra orilla”.

De alguna parte siente venir un ruido de tambor, rítmico, perfecto. Seguramente lo esté imaginando.

Vuelve de nuevo la masa a moverse…

Hubo un tiempo en el que él también era feliz. Él no es uno de esos hombres que escoge la soledad por puro nihilismo, él estaría encantado de encajar en esa felicidad que rodea a ese mundo por el que él va caminando. Cada mañana se recuerda que hay razones para sonreír, y cada mañana sale de casa con una sonrisa, pero con el pasar del día es como si esa persona feliz fuera oscurecida por el azar. O tal vez su alma deprimida era iluminada cada mañana por un fósforo de esperanza que tarde o temprano se apagaba.

Ahora está seguro, lo oye en su particular compás. Es un solo golpe de un gran tambor, que siempre cae cuando debe caer, sin salirse del ritmo.

Sigue caminando, piensa en lo que se ha convertido. Donde quedaron sus sueños, ahora él no lo sabe: de ellos solo recuerda que en su mente estaban tan claros que podía verse a sí mismo triunfando, siendo exitoso, sonriendo para la prensa y los medios. Eran sueños realmente hermosos.

Un redoble. Ha escuchado claro un redoble y ahora vuelve el ritmo de los tambores, rompiéndose de cuando en cuando con un redoble claro, como de banda militar.

Siente que algo crece dentro de él, pero aún no sabe con certeza que es. Sigue andando por el asfalto mojado, pero ya ha levantado la mirada… es indudable que algo se gesta muy adentro de su inconsciente, pero aún es demasiado etéreo para que pueda definirlo.

Pero los tambores, esos sí que puede sentirlos: al redoble se ha sumado el sonido punzante de un platillo, y ahora no puede hacer más que escucharlo.

Se queda parado. Todo este tiempo había estado caminando, siguiendo su camino, pero ahora por alguna razón se detiene. Parece creer sentir algo diferente al hastío con el que lidia todos los días. Siente, muy dentro de sí, generarse uno de esos antiguos sentimientos que le hacían hacer cosas que por sí mismo jamás habría hecho.

Sentía Rabia. Sentía rabia del mundo; rabia de los autómatas que le caminaban al lado, que iban por ahí sin querer aceptar que algo estaba muy mal en todo ese sistema de resignación, de poner la otra mejilla; rabia de los informerciales que le ofrecían Viagra y proteínas, haciéndolo sentir que no valía nada; rabia de la televisión que creaba nuevos autómatas perfectos, hechos a la medida de la superficialidad de su “Sociedad”; rabia de la escuela que siempre lo juzgó por lo que nunca supo hacer; rabia de la gente por quedarse con su imagen y tratarlo siempre basándose en ella.

Pero sobre todas las cosas, sentía rabia de sí mismo: sentía rabia de haber traicionado al niño que llevaba dentro, a ese niño soñador e idealista que creía en el futuro, que confiaba en poder sonreir y que no se hundía jamás en las derrotas.

Lo sabe, ahora por fin se ha dado cuenta. Por fin se enteró que esos tambores que ahora le destrozan los tímpanos son el sonido apagado de su espíritu. Los tambores le retumban en la cabeza, cada redoble le causa una mueca de dolor ante el volumen que ha alcanzado el sonido. Los compases se vuelven más rápidos, es lento el cambio, pero él puede sentirlo. Ahora más que nunca siente ese toqueteo, siente que le indican el camino, siente que le gritan algo. Una sola palabra.

<<Trasciende>>

Es entonces cuando de repente, a mitad de una calle llena de gente con trajes elegantes que sale de sus oficinas, empieza a correr. No sabe porque o hacia donde corre, no sabe siquiera si la gente lo mira o lo ignora, no sabe si para ellos será un Héroe o un inadaptado. No le importa. Él, en su interior, sabe que corre para escapar de eso en lo que se ha convertido, eso que nunca jamás aceptará volver a ser. Por nada ni por nadie


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