La parodia es siempre secuela de un elemento anterior, frecuentemente entronizado, que se pone en cuestión, desacralizándolo en lúdico y sano propósito dotándole de otro punto de vista. La parodia supone la secuela de una obra anterior, y la importancia del modelo que se toma como referencia, suficientemente aclimatada y compartida en el imaginario cultural del público para que surta efecto la parodia.
Las grandes obras de arte han sido objetos de parodia y especialmente próspero ha sido el campo de la literatura. Se han realizado parodias del Quijote de Cervantes, de las tragedias de Shakespeare, de clásicos y modernos, en definitiva.
Otra cosa es que sepamos de su existencia.
Como no podía ser de otra manera el Don Juan Tenorio, la clásica obra de José Zorrilla, emblema del romanticismo ibérico, también fue objeto antaño de una versión paródica que bajo el título Don Juan Notorio, se realizó en 1874 (precisamente treinta años después de su original y el año de inicio de la I República), firmada en pseudónimo por Ambrosio de la Carabina y que, como cabe entender del contexto, tiene un tratamiento escatológico y altamente erótico y escabrosamente jocoso.
Agustín Iglesias el director de Guirigai Teatro ha adaptado y dirigido una lectura dramatizada de esta obra que han representado el sábado 31 de marzo en la misma Sala Guirigai un grupo de actores de la Asociación de Espectadores de la Sala Guirigai. El dramaturgo declaró en palabras liminares a la función no haberla podido representarla en acción debido a que los actores fallecían en los ensayos a causa de las tremendas exigencias físicas de la acción, y como tampoco los actores profesionales del ramo querían joder en verso, este director tuvo que decidirse por la lectura dramatizada.
En unos versos efectivos de buen compás, de calidad adecuada cuya solemnidad contrasta con los disparates que tratan, Don Juan y Don Luis se disputan su reputación sexual realizando sus conquistas en cuantos seres humanos se encuentran a su paso, sin importar raza o condición, en un delirio de salacidad sin límites.
La interpretación de los chicos de la Asociación de Espectadores de la Sala Guirigai fue muy convincente y supieron dar la dimensión licenciosa oportuna a la acción de estos bizarros personajes que convierten en esta divertida parodia sus acciones caballerescas en licencias desquiciantes por las que Don Juan, acorralado en un hospital de sifilíticos, finalmente es salvado por Doña Inés
Una rara avis de la bibliografía española el Don Juan Notorio, rescatada por la inquietud de Agustín Iglesias y la Asociación de Espectadores de la Sala Guirigai que la han representado en la Sala Guirigai, datada en el año inicial de la I República Española, una obra que se hace significativa porque, más allá de su valor literario (que lo tiene), hace que nos riamos de nuestra propia imagen acartonada en tópicos muchas veces, con la sana intención de corregir nuestros errores pero, sobre todo, de pasar un buen rato de diversión gracias a la parodia de nuestro héroe nacional, convertido en sátiro.