Revista Cultura y Ocio
"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda."
Don Quijote de la Mancha, versión original
"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho un hidalgo de los de lanza ya olvidada, escudo antiguo, rocín flaco y galgo corredor. Consumían tres partes de su hacienda una olla con algo más de vaca que de carnero, ropa vieja casi todas las noches, huevos con torreznos los sábados, lentejas los viernes y algún palomino de añadidura los domingos."
Don Quijote de la Mancha. Puesto en castellano actual íntegra y fielmente por Andrés Trapiello.
Hay libros que son imprescindibles y luego está El Quijote, que es el imprescindible entre ellos, halagado por escritores reconocidos, y también por críticos y lectores: multitraducido, de calidad más que sabida y reconocida... y cada vez menos leído por la gente. Si a la pereza propia de la palabra "clásico" le añadimos la barrera del lenguaje, demasiadas cabezas y sólo porque las lenguas no se atreven ante semejante título, acarician la palabra "tostón". Por eso, cuando me enteré de esta edición revisada y puesta al castellano actual por Trapiello, no dudé en leerlo. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Don Quijote de la Mancha.
Si Don Quijote enloqueció a causa de leer demasiadas novelas de caballerías, la pasión cervantina de Trapiello, conocida por títulos anteriores y reconocida por el propio autor, ha desembocado en este proyecto de dimensiones colosales que, según él mismo explica en el prólogo, le ha llevado catorce años. Y os diré una cosa, no lo envidio. No ya por la misión, sino por todo lo que le acompaña. Atreverse a tocar un título como este, sabiendo que va a ser mirado con suspicacia por muchos, cuando no directamente con reprobación, tiene mucho mérito. Hacerlo bien es ya, prácticamente imposible. Pero seamos sinceros, la lectura del libro más famoso de nuestro país requiere un esfuerzo que no todos los lectores están dispuestos a realizar. Notas y más notas, aclaraciones lingüísticas, palabras en desuso por motivos de estilo o por el paso del tiempo... han ido alejando poco a poco a los lectores más jóvenes de este gran clásico. Y yo soy partidaria de la lectura de los clásicos, de desmitificar esa palabra que parece que muchos la sienten apolillada y hace que suenen sus alarmas antes de coger un libro. Y esta, quizás sea una forma de que la gente vuelva a leer este título. De hecho, me sigue resultando cuanto menos llamativo, ver Don Quijote de la Mancha en las listas de los libros más vendidos en pleno 2015.
Trapiello, respetando la frase más famosa de la literatura española, hace un trabajo impecable con este libro. De hecho, no cae en la tentación de adaptar o no según el momento, sino que consigue una uniformidad en el lenguaje y también en el tono de la obra que yo consideraba complicada. No cae en la tentación de sustituir palabras sueltas, sino que toda la obra sufre un lifting, para evitar eso que se dice muchas veces de "qué mal han pasado los años por..."
Puede, y seguramente le suceda al lector del clásico original más suspicaz, considerarse excesivo el cambio en algunas partes quien haga una lectura comparativa. Pero no ha sido este libro concebido para ello, sino para hacer una lectura relajada. No es un libro con el que hacer comparaciones, ni tampoco pretende ser un ensayo, estudio o prueba, no. Es una novela. Una historia que contiene incluso los poemas iniciales, y que, al entrar en la novela propiamente dicha, atrapa al lector en su trama manteniendo el interés. Y es que, tanto si conoces el original, como si es la primera lectura, hay que acercarse al libro con mirada limpia para disfrutar de la historia. Merece la pena.
Dicen los entendidos, que El Quijote puede ser considerada la primera novela moderna, y ahora además es una novela actual. La edición además es acorde con la calidad de la obra y el respeto que se le merece, tanto en forma como en tipo de papel. Y la cubierta, dando una buena muestra de lo que tenemos entre manos, nos muestra una ilustración de Castilla, la de siempre, con sus casas bajas y sus molinos... que esta vez son eólicos y no de trigo. Como la vida misma en la que unos han ido sustituyendo a los otros como algo habitual en los paisajes, y cuyas largas figuras aspadas ya no nos sorprenden... así ha de leerse esta adaptación: con naturalidad.
Como siempre ante este tipo de proyectos, las opiniones han sido para todos los gustos sobre la necesidad o no de esta obra. En mi caso, prefiero optar hoy por otro camino y hablar de esos libros de los que hemos oído hablar tanto, que ya parece que hemos leído aunque no sea así: esos que nos dan una pereza que muchas veces no confesamos. Por eso os pregunto, ¿habéis leído vosotros Don Quijote de la Mancha?
Gracias