Revista Sociedad

Don Ricardo

Publicado el 26 octubre 2012 por Abel Ros

Nosotros salimos de nuestro túnel. Salimos, querido Ernesto, de ¡cuarenta años de fachas, No-Dos y sotanas!


Don Ricardo
a pasión – decía don Ricardo – es necesaria para mantener el vino en las bodegas envejecidas del corazón. La edad es solamente el número que nos identifica en las tablas demográficas. Lo importante - exclamaba el joven anciano, mientras se encendía su Ducados-  no es el cuánto sino el cómo hayas vivido. La felicidad reside en la silueta que dibujamos en nuestra senda por el pasado. A lo largo de esta corta morada; la vida nos va poniendo pruebas desde el día de la cuna. El llanto del niño solicitando comida, nos indica nuestra fragilidad ante los peligros de la selva. El "animal social" – en palabras del filósofo - ha encarcelado su razón en la jaula weberiana. Hoy, la racionalización del espíritu ha convertido al átomo social en un ser desprovisto de principios. Un ser desconocido que cabalga en solitario por los paisajes mundanos. ¿Dónde está la vida de esas almas envejecidas?

El devenir de los años perfecciona los contenidos pero desgasta los mecanismos del sistemas

Las orillas de las ideologías se han erosionado por las consecuencias nefastas del capitalismo avanzado. En tiempos pre-europeos, las identidades políticas estaban claramente definidas por las los estratos sociales. Recuerdo aquellos mítines del político con patillas y chaqueta de pana - exclamaba el nostálgico, mientras esperaba angustiado en el hospital de Sofía – cuando levantaban de las gradas al mayor escéptico de los brazos cruzados. La España en blanco y negro de las sotanas y las barrigas,  ¡nos hizo tanto daño; a mi mujer y mis hijos!, que hoy guardo en mi mente dos escenarios antagónicos entre las imágenes del No-Do y las películas de Pajares.

Me disgusta profundamente – exclamaba el adolescente de noventa, mientras temblaban sus dedos como consecuencia del Parkinson – que mi nieta me  trate de pesado cuando hablamos del pasado. Hoy, me río de aquellos compañeros de los claustros granadinos que defendían ante la ignorancia de sus pupilos, la inevitabilidad del progreso.

En muchas ocasiones - seguía Ricardo, mientras giraba la cabeza hacia su hijo – me vienen a la mente las palabras de mi padre. ¿Recuerdas Ernesto? cuando tu abuelo pronunciaba aquello de: ¡Al final, todos calvos! Nos reíamos cada vez que lo decía, pero sus palabras estaban llenas de filosofía. Quería decir el viejo sabio; que la vida nos entrega regalos y luego nos lo quita. Cuando miramos al pasado de nuestra biografía; nos damos cuenta que la cara de los 20 era más tersa y fina que el rostro de los sesenta. El devenir de los años perfecciona los contenidos pero desgasta los mecanismos del sistema. Las democracias envejecen al igual que los humanos y, necesitan intervenciones quirúrgicas, prótesis  y limpiezas de cataratas; para evitar que las amenazas del entorno terminen por tumbarlas.

Los jóvenes - exclamo un enérgico Ricardo - tenéis que estar ahí. Salid a las plazas y luchad para que los tumores democráticos no frustren los logros conseguidos en los últimos treinta años. No dejéis que os manipulen mediante tácticas demagógicas. Mirad las lecturas desde la distancia y nunca otorguéis verdad absoluta al pensamiento de arriba. Ser actores de vuestro presente y nunca dejéis que los demás decidan por vosotros. Nosotros salimos de nuestro túnel. Salimos, querido Ernesto, de ¡cuarenta años de fachas, No-Dos y sotanas! De cuatro décadas manipulados por el pensamiento del otro. De miles de días, callados como tumbas para no ser descubiertos por los correveidiles de la mañana. Hoy, tenéis libertad. ¡Recórcholis! convertirla de una vez por todas en democracia.

Artículos relacionados:
Tres cuestiones


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista