Revista Cine
Director: Roy Ward Baker
Correspondería comentar "I am waiting" de Koreyoshi Kurahara, película que sí comencé a ver pero que a los veinte minutos se detuvo, no sé por qué razón, para no volver más. Errores de ripeo, estructuras internas, no lo sé..., el punto es que nuevamente problemas técnicos interfieren con mis propósitos. Una lástima, a decir verdad, iba tan bien la semana criminal japonesa... Como sea, como no podemos estar sin cine, algo había que ver, y como "Don't Bother to Knock" dura apenas setenta minutos, me dije, "oye chato, ¿por qué no?". Además, actúa la angelical Marilyn Monroe, así que cómo negarse...
En un hotel confluyen unos cuantos personajes cuyos problemas personales comenzarán a cruzar caminos y volverse peligrosos, pues las pasiones humanas son incurables y problemáticas.
"Don't Bother to Knock" es una película realmente sorprendente, por lo atípica y extraña que resulta ser para el género en el que se enmarca, aunque en el presente caso pienso que utilizar dicha palabra o distinción es totalmente fútil y peligroso, pues corremos el riesgo de simplificar lo complejo del film. Vayamos por partes, comenzando por lo más sencillo: el director, el británico Roy Ward Baker, hace gala de una ejecución y/o puesta en escena parsimoniosa y elegante, eludiendo todo efectismo formal para dejar que las pulsiones de los personajes se adueñen de la imagen y su tempo, permitiendo que la tensión sea eminentemente atmosférica. Hay pocas acciones y hay mucho, mucho diálogo, pero justamente eso es lo que importa: la psicología de los personajes, que poco a poco se desnudan de acuerdo a cómo relacionan entre ellos, de acuerdo a lo que esconden tras ciertas palabras y lo que revelan con otras. Rencores, resentimientos, amores, sospechas..., todo se deja caer de manera potente pero contenida y pausada, sin premuras ni artificios, a través de las conversaciones que progresivamente nos guían hacia un tremebundo descenso a los infiernos personales que, en contadas ocasiones, ofrece pequeñas explosiones de violencia (nada sangriento y por lo general en fuera de campo, pero cruda violencia al fin y al cabo), y que a grandes rasgos configuran un relato centrado en un escrutinio a la condición humana más que en un afán puramente argumental. De hecho, el argumento es lo de menos: una mujer es contratada para cuidar a una niña, un señor recién pateado por su novia no sabe qué hacer en la noche; ambos se ven a través de las ventanas, luego deciden hablar, y de ahí para adelante... "Don't Bother to Knock" es una película de pequeños grandes conflictos: una tristeza que desencadena una noche de pesadilla, puro caos, una sentencia que marca un antes y un después. Más allá de este no-argumento, y sin querer destripar nada de lo que suceda, el guión es cuidado con mimo narrativo y encadena con perfecta fluidez y verosimilitud unos acontecimientos que nos golpean por lo terrible de su fondo como por lo violento en sus manifestaciones (una palabra, una mirada, un par de golpes): la tensión crece progresivamente y de repente uno se siente ahogado y atrapado, amén también de un director que nos pone en el lugar de sus personajes, justamente de lo que trata la película: superar las apariencias, conocer a la persona, liberarse del encierro personal. Los actores están fenomenales, ya sea un Richard Widmark (que nació el mismo día que mi vecina, que a su vez nació un día antes que yo...) en permanente estado de extrañeza, ya sea la imponente Anne Brancoft (vista por acá cuando comentamos "New York Confidential", también con mucha actitud y presencia), ya sea la maravillosa Marilyn Monroe, que tiene un rol aterrador a la vez que inocente e ingenuo... De hecho apenas aparece uno se siente intrigado por esa extraña y ambigua quietud que expresa en sus maneras.
No se engañen: "Don't Bother to Knock" no es una película frenética ni llena de acciones, tampoco tiene exceso de testosterona y hombres rudos, mucho menos tiene relación con policías y crímenes y cosas por el estilo; "Don't Bother to Knock" es una película pausada, claustrofóbica, extraña, dialogada, que pasa casi todo su metraje en una habitación de hotel en donde se suceden toda clase de pasiones y enredos. "Don't Bother to Knock" es tan aterradora como sugerente y encantadora. No se la pueden perder, toda una pequeña maravilla...