Doña Letizia Ortiz ha aceptado ser Camarera de Honor de la Imagen de Nuestra Señora de la Amargura, según anunció el párroco de la Iglesia de San Francisco de Barbastro (Huesca), donde permanece esta figura.
Una decisión sorprendente tanto para los católicos, a los que noticias nunca desmentidas les aseguraban que la Princesa de Asturias era agnóstica antes de su matrimonio con el Heredero, como para quienes creen que estas investiduras no encajan ni en el actual Estado aconfesional, ni en una monarquía moderna, ni en el siglo XXI.
Las Camareras de la Virgen custodian la imagen en la Iglesia de San Francisco y en Semana Santa la preparan y visten para la procesión, en la que desfilan vestidas de negro y con peineta. Doña Leticia, como Jefa de Camareras, irá en el centro, según la Cofradía.
En España vivimos tiempos de descreimiento, con numerosos ciudadanos que rechazan la relación entre el Estado y el catolicismo, pero esta monarquía siempre será así porque fue proclamada formalmente como Católica hace cinco siglos.
Mientras perdure la actual Constitución monárquico-parlamentaria, los españoles no creyentes pueden consolarse razonando que liturgias como esta son hechos culturales en peligro de extinción, y que deben conservarse porque atraen turistas, esto es, riqueza.
Un país sabio sabe beneficiarse y comer de sus tradiciones, aunque sean incongruentes con la modernidad.
La monarquía española es incongruente con los tiempos actuales, sí, pero también lo es en otras democracias más antiguas y prósperas, y ahí están, estables y seguras.
Viendo a la Princesa podría recordarse el “París bien vale una misa” del hugonote navarro Enrique de Borbón (1553-1610), que se convirtió al catolicismo para ser rey de Francia como Enrique IV, el mejor que tuvo ese país en toda su historia.
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SALAS